Reseña de Marvel Gold. La Imposible Patrulla-X nº 1: ¡Segunda Génesis!


Es curiosa la historia que tengo con estas primeras historias de Chris Claremont en la Patrulla-X. Desde que comencé a leer cómics de superhéroes, una de las colecciones que yo consideraba más prioritarias fueron los Marvel Gold, esos tochacos de más de quinientas páginas que contienen historietas clásicas de la Casa de las Ideas. En su momento, quedé fascinado con los volúmenes de 'La Saga de Thanos' y 'La Muerte de Gwen Stacy', por lo que era cuestión de tiempo que mi atención se dirigiera al presente volumen.

La Segunda Génesis de la Patrulla-X
tenía todos los números para fascinarme: eran cómics, tal y como los ya mencionados, de los años setenta, y se trataba del inicio de la etapa más amada y mejor valorada de toda la historia de Marvel Comics. Gracias a la biblioteca pública, pude acceder con todas las facilidades a comenzar la lectura de este mismo tomo, pero algo no marchó del todo bien durante el proceso...


Por aquellos tiempos, también estaba sumergido en lecturas como los Astonishing X-Men de Joss Whedon y John Cassaday, por lo que, en la comparativa, los tebeos de Claremont salieron perdiendo. No por ser mejores ni peores, sino porque las historias de Whedon se me hicieron más legibles en aquel momento en particular. Sea como fuere, el caso es que abandoné la lectura de este omnigold apenas habiendo leído un cuarto de su contenido total, lo que resulta una verdadera lástima teniendo en cuenta lo que significarían para mí los mutantes en el futuro cercano, gracias en gran parte al trabajo de Jonathan Hickman con la franquicia.

Es por ello que, desde aquel mismo momento, he tenido una espinita clavada respecto a la lectura de esta etapa. Las historias de Chris Claremont en The Uncanny X-Men son, literalmente, la base de todas las que han venido después. Es una auténtica pena que yo abandonase tan deprisa su lectura. Ahora, estamos en año nuevo, estamos en 2024, y como tal, considero que esta es una oportunidad como ninguna otra para hablar de la Segunda Génesis; empezar el año hablando del primer tramo de esta etapa resulta un auténtico honor para mí, y creo que augura cosas muy positivas para los próximos meses del  blog. 


Este volumen abre con el ya mítico y legendario 'Giant-Size X-Men #1', escrito por Len Wein y dibujado por Dave Cockrum. Este especial, que posee el doble de páginas de lo habitual, resultaría ser el relanzamiento de un viejo concepto presentado originalmente por el dúo dinámico conformado por Stan Lee y Jack Kirby. La Patrulla-X original, por alguna razón, jamás logró cuajar tanto entre los aficionados; a mediados de los setenta, sin ir más lejos, su título se hallaba al borde de la cancelación. El Giant-Size vino a reformar desde cero a toda la franquicia, relanzarla con una nueva alineación de personajes. Quién diría todo lo que se iba a lograr con ello a largo plazo...

¡De las cenizas del pasado se elevan los fuegos del futuro! Así reza uno de los carteles de la primera página del especial. Un eslogan de lo más apropiado si tenemos en cuenta el cambio radical que sufre la Patrulla-X en sus páginas, sustituyendo a casi todos los originales, en parte por personajes nuevos y en parte por viejos conocidos de la editorial. Es quizás la decisión más sabia que se podría haber tomado. Además, tener la ocasión de poder presumir de un equipo internacional e interracial en un tebeo de 1975 es una oportunidad demasiado golosa como para dejarla pasar. ¡Esto va por los que a día de hoy se siguen quejando de "la inclusión forzada"!


Banshee, Lobezno, Coloso, Tormenta, Rondador Nocturno, Fuego Solar y Ave de Trueno, liderados con tesón por Cíclope, se convierten en la Nueva y Diferente Patrulla-X, reunidos para rescatar a los originales de un peligro sin igual que, también a la larga, se convertiría en un elemento esencial para la franquicia. Estoy hablando de la monstruosa isla de Krakoa, quien mantiene cautivos a los miembros antiguos con el único fin de alimentarse de sus poderes mutantes. Charles Xavier viaja por el mundo entero para ir reclutando de uno en uno a los nuevos miembros del equipo, sin saber que los estaba llevando a una trampa orquestada por la propia Krakoa.

Detengámonos un momento en ese viaje realizado por el Profesor X, pues resulta esencial para conocer a los nuevos personajes de la serie y hacerse una idea a grandes rasgos de cuál es la personalidad de cada uno de ellos. Las bases de todos ellos queda aquí plasmada e incluso a futuro se retomarían conceptos brevemente desarrollados en sus páginas, como es el caso de Lobezno trabajando para el Departamento H o el pasado trágico de Tormenta. No obstante, este nuevo grupo había llegado para quedarse y, de hecho, por ello se deshicieron de casi todos los miembros antiguos con la salvedad de Cíclope. Él serviría como nexo de unión entre el pasado y el futuro.


Quizás lo más sorprendente que uno se encuentra en estas páginas es el hecho de que Chris Claremont no es el encargado del relanzamiento desde buen inicio, pues originalmente fueron Len Wein y el propio Dave Cockrum quienes le dieron forma a estos nuevos personajes que marcarían el rumbo de la franquicia mutante a partir de ahí. Una vez publicado el Giant-Size, la historia de la nueva Patrulla-X continuaría en la cabecera clásica de la franquicia a partir del número 94 de la colección, tras cinco años de parón de nuevos tebeos. Fue a partir de ahí cuando Claremont comenzó a tomar relevancia dentro de la serie.

Len Wein se mantuvo como guionista durante dos números, tanto en el episodio 94 como en el episodio 95; sin embargo, Chris Claremont fue el encargado de escribir los diálogos de todos los personajes, lo que le permitió encontrar una voz propia para cada uno de ellos. En realidad, estos dos números fueron concebidos como parte de un segundo Giant-Size, pero finalmente se optó por convertirlo en un par de episodios separados mediante un corte poco disimulado a la mitad de la historia. Este argumento en el que la Imposible Patrulla-X se enfrenta contra el Conde Nefaria no destaca en demasiadas cosas, realmente. Se siente como un cómic demasiado viejo, cosa que, por otra parte, resulta natural teniendo en cuenta las fechas en las que se publicó. 


La mayor sorpresa la encontramos justo en la resolución de este arco argumental: Ave de Trueno, uno de los titulares del equipo, se sacrifica heroicamente para derrotar a Nefaria, marcando para siempre el camino de la serie. No deja de ser el típico golpe de efecto para enganchar a los lectores, pero aun así sorprende que se atrevieran a asesinar sin miramientos a uno de los personajes principales nada más comenzar la etapa. Es un giro efectivo que a su vez hace una función de depuración de personajes. Quiero decir, tanto Ave de Trueno como Fuego Solar (quien abandona el equipo al empezar la saga) mantenían una caracterización y una personalidad sumamente conflictivas, y de cierta forma esto chocaba con el resto del equipo. Lobezno ya cumplía el papel de miembro discordante, por lo que tener tres personajes del mismo estilo se hacía del todo innecesario.

Pasado este arco argumental, con el equipo ya definitivo, únicamente restó seguir adelante con la historia. Esto podría parecer sencillo, pero nada más lejos de la realidad; se nota que Claremont tuvo ciertos problemas a la hora de encontrar la tecla adecuada que aportase ese factor diferenciador entre la Patrulla-X y el resto de cabeceras de la editorial. Una evidente falta de dirección se puede intuir en sus páginas, e incluso todavía posee ese aroma a cómic antiguo que se aleja bastante del espíritu que poseerán los posteriores guiones del Patriarca Mutante. 


El capítulo en el que se enfrentan a Kierrok es una absurdidad, cosa que no parece propia de una etapa tan bien valorada. Pasa lo mismo con el subsiguiente episodio, en el que un misterioso villano con Eric el Rojo por nombre, controla las mentes de Polaris (aquí es donde recibe el nombre) y Kaos, enfrentándolos contra la nueva Patrulla-X. Ninguna de esas dos historias es representativa de la calidad que se encontraría a posteriori dentro de la etapa; ni siquiera representa la calidad media de este primer tomo. 

Salvo por el Giant-Size y alguna decisión inesperada, hasta ahora, la grandeza que siempre se predica sobre la etapa no se ha hecho evidente en ningún momento. No obstante, a partir del episodio 98, la cosa termina por encauzarse de sobremanera con la historia ambientada en la Navidad. Después de dejarse patente por primera vez la relación amorosa entre Scott Summers y Jean Grey, el guionista aprovecha para traer de vuelta a unos de los enemigos más míticos del supergrupo original: los Centinelas, los androides cazamutantes. Este hecho marcaría un momento histórico dentro de lo que son estos inicios, pues se empezaría a experimentar con historias más largas que abarcasen más de dos o tres números de longitud.


La historia que se empezaría a desarrollar a partir de este último número se convertiría a la larga en una de las más importantes de la etapa. La llamada saga del Proyecto Armagedón traería cantidad de ideas que incluso a día de hoy son utilizadas y ampliamente referenciadas; por ejemplo, aquí es donde se revela por primera vez que las garras de Lobezno forman parte de su cuerpo y no de sus guantes. La primera bola especial, además, también ocurre en estas páginas, que es uno de los movimientos que más se utilizarían en las escenas de acción de la serie. Lo más relevante, no obstante, es el momento en el que Jean Grey salva a toda la Patrulla-X haciéndose a los mandos de la nave Starcore de Peter Corbeau. Ese momento, desarrollado entre los números 100 y 101, está sin duda alguna entre uno de los más importantes de la década de los setenta. 

Esa afirmación no es en absoluto una exageración; realmente es así de importante y relevante, teniendo en cuenta que es la primera vez que Jean muere y resucita convertida en Fénix. Sobra dar explicaciones de porque este hecho es tan importante no solamente para la serie de The Uncanny X-Men sino también para el mundo del cómic estadounidense. Es el primer germen de la venerada Saga de Fénix Oscura, historia que comenzaría unos cuantos años después de esta. La etapa comienza a tomar forma. 


En este punto, la Patrulla-X de Chris Claremont y Dave Cockrum se encuentra en un buen estado de forma. Tras el Proyecto Armagedón, siguen unos cuantos episodios de pura adrenalina, entre los que destacan un enfrentamiento contra el imparable Juggernaut y Black Tom Cassidy, que, por otra parte, resultaría ser su primera aparición. En esta tesitura, lo que más destaca es la revelación que se hace sobre el pasado de Tormenta y la incipiente claustrofobia que padece, elemento que aporta una dosis extra de profundidad a una etapa que cada vez está tomando más forma. Posteriormente, y como parte del regreso de los viejos enemigos de los Hijos del Átomo, tales como Juggernaut y los Centinelas, tocaría el regreso del villano más letal y despiadado al que nunca se hayan enfrentado: Magneto, el amo del magnetismo. Este es un asunto del que hablaré un poco más adelante.

Con todos estos paréntesis ya superados, el guionista no tuvo más remedio que hilar como buenamente pudo las historias narradas hasta ese mismo momento, cuando daba comienzo un antes y un después para la serie mutante. La subtrama de Eric el Rojo, lo de los sueños cósmicos de Charles Xavier; todo daría pie a la llegada del Imperio Shi'ar, un arco argumental en el que Dave Cockrum podía lucirse como ningún otro dibujante.


Me gustaría poder decir que he disfrutado leyendo los números relacionados con el Imperio Shi'ar, pero de hacerlo sería deshonesto. Encuentro que Chris Claremont construyó el guion de manera atropellada y con total improvisación, lo que deja una sensación verdaderamente amarga en la lectura final. Concretamente, el momento en el que se soluciona todo lo planteado hasta el momento peca de ser algo forzoso y aburrido. Los primeros síntomas del Claremont más "turras" se hacen ver allí, con esas interminables viñetas asediadas con cuadros de texto que aportan poco a la lectura, sirviendo más bien como una demostración del léxico que maneja dicho autor. 

De esta historia me quedo con la entrada de John Byrne a la cabecera, que se efectúa justo en el último episodio de la saga, y yo no podría estar más feliz con ello. No es por desmerecer a Dave Cockrum, pues el cocreador de todos los personajes introducidos en el Giant-Size X-Men, pero es que Byrne es, quizás, el dibujante que más me gusta de entre todos los que habitaban el mundo del cómic de la época. Es quien aporta ese sentido moderno y actualizado a las historias. Ese es su valor. 


De primeras quedó claro lo mucho que John Byrne apreciaba el personaje de Lobezno, pues a partir de su entrada notamos como el protagonismo que recibe el personaje llega a cotas jamás alcanzadas con el lápiz de Cockrum. Es algo que queda en evidencia gracias a tres números en concreto de la Patrulla-X, dedicados a arrojar luz al pasado de un personaje que, por alguna extraña razón, jamás había tenido una historia de trasfondo. La dupla de Claremont  y Byrne se dispuso a cambiar eso con la llegada de James Hudson (Arma Alpha, Guardián, Vindicador), un agente del gobierno canadiense cuyo propósito era traer de vuelta a Logan a su antiguo trabajo, retomando de cierta manera el cabo suelto dejado en el primer Giant-Size. 

Lo mismo aconteció más de una decena de episodios después, cuando la revancha entre Lobezno y Vindicador tomó forma en un combate de escala mayor en pleno centro de Canadá, con dos grupos de superhéroes enfrentados: la Patrulla-X contra Alpha Flight. Personalmente, creo que estas historias son las mejores en todo el volumen; mantienen la esencia superheroica a la vez que ofrecen cierto tono fresco y novedoso. Después de todo, estas son de las primeras historias que me gustaron tanto del guionista como del dibujante.


En dos ocasiones distintas, los héroes de la Patrulla-X tienen la oportunidad de enfrentarse con Magneto. En ambas ocasiones, sin embargo, terminan siendo brutalmente derrotados; para ser más precisos, los combates nunca terminan como tal, quedando en tablas la mayoría de veces. Tiene mucho sentido que esto sea de tal modo, pues no olvidemos que estos X-Men son un equipo conformado por novatos que todavía están aprendiendo a trabajar en equipo, mientras que Magneto está en su pico más alto de poder gracias al crecimiento acelerado (sí, esa cosa rara) que sufrió en anteriores episodios.

En consecuencia a este segundo combate contra el Amo del Magnetismo, la Patrulla-X sería dada por muerta en plena Antártida.


En realidad, este cambio en el statu quo de la serie funciona a las mil maravillas, pues ahora  la serie tendría dos frentes abiertos: La Patrulla-X perdida, en un viaje a través del mundo, de vuelta a casa; por otro lado, está el frente de Jean Grey y Charles Xavier, ambos creyendo falsamente que sus compañeros están muertos. Este estatus, aunque temporal, aporta una sensación aventurera muy satisfactoria que hasta ahora no habíamos visto por estas páginas. A su vez, que los Hombres-X tengan que convivir en un viaje tan precario y peligroso sirve para desarrollar su relación como grupo, consolidándolos como una verdadera familia. 

La consolidación de la Patrulla-X como una familia se siente natural, agradable e incluso realista. Todo el desarrollo que reciben a lo largo de esta veintena de números culmina aquí, en el viaje que los lleva a través del mundo entero. Cruzan por la Tierra Salvaje, por el Mar del Ártico, Japón e incluso por Canadá. La caracterización de los personajes resulta exquisita, y hasta las interacciones entre ellos se sienten auténticas. No sé, pero creo que es en esta saga cuando la Patrulla-X empieza a molar de verdad. Quizás peque de ignorar el concepto de "temidos y odiados por un mundo que han jurado proteger", pero dentro de lo que cabe son muy buenos tebeos de superhéroes. 


Resta mencionar que, con todo lo bueno que estas historias tienen por ofrecer, en ningún momento uno como lector siente ese factor diferenciador respecto al resto de supergrupos de Marvel Comics Group. No me ha dado la sensación de que estos cómics sean muchísimo mejores que el resto que se publicaba por aquella época. El Invencible Iron Man de Michelinie y Layton, por ejemplo, me parece bastante más solvente; lo mismo ocurre con la respectiva etapa de los Vengadores. Veo buenos signos de que Chris Claremont y John Byrne van por el camino correcto. Clara muestra de ello es la manera que tienen de hilar entre sí tramas dejadas al aire, como la del Mutante X, cuyas consecuencias se harán ver en el próximo tomo, o la aparición estelar de Alpha Flight. No obstante, creo que todavía falta ese "algo" que haga brillar a estos superhéroes. 


Con todo, tengo claro que lo van a lograr. He disfrutado bastante de la lectura en general y yo se la recomiendo a cualquiera interesado en el panorama mutante de la Casa de las Ideas. Para mí, estos tebeos son legendarios, historia viva del cómic. Las bases aquí cimentadas siguen siendo influyentes incluso a día de hoy, casi cincuenta años después. Si eso no es una leyenda, entonces dime qué es.

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¡Un saludo y Feliz Año Nuevo!

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