Reseña de Marvel Now! Deluxe. Civil War II

Las sinergias entre el Universo Cinematográfico de Marvel y los cómics en los que se inspiran llevan unos cuantos años a la orden del día. Hemos visto multitud de ejemplos en los que esto ha sido así, como la reciente proliferación de historias en las que aparece Kang el Conquistador a modo de promoción para las películas. Por lo general, considero que este tipo de sinergias hacen más mal que bien a los tebeos, y estamos ante el más ferviente ejemplo de ello.

El año 2016 fue bastante movidito para la Casa de las Ideas. Justo se acababan de cumplir 10 años desde la publicación de la original Civil War en 2006, a la vez que en las salas de cine de todo el mundo se proyectaba la película Capitán América: Civil War. Al mismo tiempo, en Marvel Comics se estaba cociendo a modo de "celebración" una secuela de dicho evento, en consonancia con las fechas y la película en cartelera.


La saga, en un alarde de pasmosa originalidad, se llamó Civil War II. Fue el primer gran evento de la editorial tras las Secret Wars de Jonathan Hickman y Esad Ribic, el primer gran evento dentro del relanzamiento de All-New All-Different Marvel. Las expectativas debieron ser bastante altas, aunque a día de hoy todos sabemos lo duramente criticado (y con razón) que ha sido este evento. La idea era recuperar el planteamiento de que, basándose en un dilema moral, dos bandos de la comunidad superheroica irreconciliables entre sí se enfrenten y tengan un conflicto de escala global que cambie todo el paradigma del Universo Marvel, tal y como ya pasó en la primera Guerra Civil.

En el evento original de 2006, dos bandos se enfrentaron, cada uno en favor y en contra del Acta de Registro de Super Humanos, una propuesta legislativa venida directamente del Gobierno Estadounidense, con la que se pretendía establecer cierto control sobre las actividades de todos los superhéroes. En aquella ocasión, fueron Tony Stark (Iron Man) y Steve Rogers (Capitán América) quienes lideraron la reyerta, cada uno desde su propio bando. Para esta secuela, el paradigma ya ha cambiado, pues si bien Iron Man continúa siendo el líder de uno de los bandos, el papel del Capi es usurpado por Carol Danvers, la actual Capitana Marvel. Además, el dilema moral por el que inician las hostilidades en esta ocasión es sustancialmente diferente al presentado en la historia original de Mark Millar, pese a mantener en ciertos aspectos la fuerte carga social que la caracterizaba.


El epicentro de todo el conflicto es un personaje de nuevo cuño llamado Ulysses, un inhumano con el poder de experimentar (hacia él y la gente a su alrededor) visiones predictivas del futuro. Dejando de lado lo forzado de los Inhumanos en esta historia, cuya aparición se debe más que nada al deseo corporativo de potenciar la marca, en detrimento de otras, lo cierto es que estamos ante un nuevo personaje plano y carente de alma, cuya única función dentro del engranaje argumental es servir como desencadenante de la acción. 

La Capitana Marvel está a favor de utilizar el poder predictivo de Ulysses para impedir que las tragedias sucedan. Por ejemplo, ella ve bien arrestar a alguien que no ha cometido ningún delito, con la única excusa de que el inhumano ha predicho que en el futuro (cercano o lejano) cometerá alguno. El Hombre de Hierro, por el contrario, no confía en esas supuestas predicciones, alegando que no se pueden tomar acciones legales contra una persona (criminal o no) basándose únicamente en lo que dice un adolescente.


El planteamiento sobre el que gira toda la historia tiene mucho potencial y es lo suficientemente interesante como para sostener todo el peso de la narrativa. Sin embargo, Brian Michael Bendis hace un terrible trabajo a la hora de desarrollar tanto la premisa como el guion, cayendo en la gran mayoría de sus malos vicios como escritor. Da vueltas sobre los mismos temas una y otra vez, escribe diálogos interminables que no llevan a nada interesante, se pierde en el desarrollo de la trama e incluso apela al puro efectismo de matar personajes importantes sin ton ni son, con el único fin de impactar artificialmente al lector. 

Son los mismos errores que se cometieron en la Civil War de Mark Millar y Steve McNiven, con la diferencia de que en aquella ocasión teníamos unos tie-ins y cruces bastante interesantes que compensaban la paupérrima calidad de la miniserie central. Con Civil War II no ha sido el caso, ni de lejos, pues la mayoría de cruces son igual o más de intrascendentes que el propio evento.


Los personajes están muy fuera de sí y en ningún momento se justifican correctamente su forma de pensar ni sus acciones. En el mejor de los casos, parecen caricaturas de sí mismos; en el peor, simplemente son maniquíes sin vida. Todos están allí para forzar el conflicto entre ambos bandos, y en ningún momento se sientan ni naturales ni creíbles. No se logra de ninguna manera que el lector sienta empatía por ellos. 

Lo de la muerte de cierto personaje a manos de otro cierto personaje también tiene tela, vaya que sí. Es una de las situaciones más ridículas y forzadas que he visto yo en cómic de superhéroes alguno, que ya es decir. Los que hayan leído este evento sabrán de lo que hablo. Al menos, ese suceso da pie a una de las mejores series de la editorial de los últimos años, pero es que ni aun así se salva. 


Se suele decir que lo más destacable del evento es el dibujo de David Marquez. Por supuesto que estoy de acuerdo con tal afirmación, pues por todos es conocido que Bendis sabe rodearse de dibujantes superheroicos de calidad. De hecho, Marquez es el mismo que colabora con él en la serie del Invencible Iron Man, y allí tenemos buena prueba de ello. No obstante, creo que este no es el mejor trabajo de este artista, pues abusa bastante de la repetición de escenas mientras intenta forzar la máquina para crear escenas icónicas y memorables, pero no le suele funcionar. Los demás dibujantes que podemos encontrar en este tomo destacan todavía menos que Marquez, siendo Mark Bagley el que peor luce de entre todos ellos.


Como os decía: la primera Guerra Civil ya fue bastante mediocre en cuanto a guion y desarrollo, pero la segunda tampoco se queda atrás. Los eventos de superhéroes, por alguna razón, suelen ser bastante pésimos en este aspecto. Por alguna razón, Brian Michael Bendis ha decidido juntar los peores tropos del género en general y de los eventos en particular, con sus propios vicios de guionista altibajero. El peor Bendis junto con el peor mecanismo editorial. ¿De verdad os pensáis que puedo recomendar algo así? Claro que no. Esto no vale nada la pena; es mejor ahorrarse la pasta o gastarla en algo disfrutable de verdad. 

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¡Un saludo y feliz año nuevo!

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