Reseña de X-Factor #1 de Mark Rusell y Robert Quinn

Si os soy sincero, no tenía ganas de leer este nuevo X-Factor enmarcado dentro de la iniciativa From the Ashes. La encarnación krakoana de la serie ya se me hizo bastante olvidable y no tenía ganas de volver a pasar por el mismo mal trago. Sin embargo, tras picarme la curiosidad y haberme leído su primer número, puedo afirmar que, junto a los X-Men de Jed MacKay, este ha sido el inicio más prometedor de todos los que he leído en esta etapa post-krakoa hasta la fecha. Es un cómic que ha superado completamente mis expectativas y que me ha gustado bastante más de lo que me esperaba. 

Puntuación: 6.5/10

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Este X-Factor tenía todo para no gustarme: un escritor desconocido (al menos para mí) que no me inspiraba nada de confianza, el nombre de una cabecera que nunca me ha llamado la atención; personajes medio desconocidos que claramente no son mutantes de primera línea, y una portada feísima del horroroso Greg Land. Súmale mi desdén hacia esta nueva etapa de la franquicia y tenemos un cómic que parece estar creado para repelerme como lector. Es por eso que ha sido una sorpresa mayúscula el darme cuenta de que he disfrutado bastante leyendo este primer episodio del X-Factor de Mark Rusell y Robert Quinn. Hoy he aprendido una de las lecciones más básicas de todas: nunca hay que juzgar un libro por su portada. 

Lo primero que me ha atraído leyendo este cómic ha sido su premisa, que nos habla de un grupo de mutantes superhéroes financiados por un productor de televisión que intenta potenciar la imagen del grupo y convertirlos así en celebridades. Lo que me ha gustado es que el cómic parece ser autoconsciente del hecho de que prácticamente todos los mutantes que lo protagonizan son, siendo bastante generosos, personajes terciarios que ni siquiera son populares dentro del propio nicho de la franquicia. Por tanto, son intercambiables por otros del mismo estilo.

Se intuye que la serie va a jugar mucho con eso de los personajes intercambiables y que no va a tener ningún reparo en matarlos a diestro y siniestro, como si cada uno de ellos no tuviera la más mínima relevancia dentro de su universo. Los únicos que aparentemente se van a quedar como fijos son el Ángel, Kaos y el mencionado empresario de TV. Y aunque soy consciente de que no es el primer tebeo mutante en seguir una premisa parecida, si que ha sido el primero que yo he leído del estilo. Puede que no sea innovador de por sí, pero a mí me ha parecido sumamente refrescante en comparación a otros cómics más conservadores que ya he comentado en el blog, como Nyx o la nueva etapa de The Uncanny X-Men. En ese sentido, me ha gustado mucho este X-Factor. Un golpe de aire fresco siempre es bienvenido.

Lo cierto es que me ha parecido un tebeo bastante disfrutable. El problema es que tiene un hándicap demasiado grande como para poder ignorarlo: la calidad del dibujo. No es por faltarle el respeto a Robert Quinn, y no niego que quizás a futuro pueda ser mucho mejor artista de lo que es ahora, pero no me parece que esté al nivel de dibujo requerido para un relanzamiento de una de las franquicias más importantes de La Casa de las Ideas. Su estilo no se diferencia para nada de otros que hayamos visto en otros cómics recientes, y además no resulta especialmente atractivo a la vista en comparación a, por ejemplo, muchos de los artistas encargados de varias series en curso de DC: Dan Mora, Xermánico, Bruno Redondo, Jamal Campbell, etcétera, etcétera.  A nivel gráfico, este X-Factor habría salido muchísimo mejor parado de tener un artista de esta talla, y no un novatillo. Supongo que Marvel ya no valora tanto la calidad del dibujo en las series largas y opta por la opción más económica. Una lástima.

X-Factor me ha parecido un comic sumamente disfrutable y con momentos muy divertidos que me han encantado. Creo que es una serie que tiene bastante potencial para convertirse en una de mis favoritas de esta nueva etapa post-Krakoa junto a la de Jed MacKay, pero el problema es que carece del buen dibujo de esta última. Quizás Robert Quinn a los lápices no haya sido la elección más apropiada por parte de Tom Brevoort, el nuevo editor de la franquicia-x, y creo sinceramente que esta pesará más pronto que tarde. Sería un comic muchísimo  mejor -y esto hay que remarcarlo- de tener un artista de más peso al cargo. Y por eso mismo este primer número no se lleva mejor puntuación por mi parte: porque el dibujo deja mucho que desear.

X-Factor de Mark Russell y Robert Quinn me ha molado bastante más de lo que me esperaba, pero no me inspiran nada de confianza los autores al cargo. Especialmente por el dibujante.

Puntuación: 6.5/10

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