Primer tomo de la Biblioteca Marvel de 'El Poderoso Thor', que reúne las diez primeras aventuras inicialmente publicadas en la cabecera de 'Journey Into Mystery' durante la primera mitad de los años sesenta. Con Larry Lieber, Jack Kirby, Stan Lee y otros varios autores. Es más que un cómic: es una máquina del tiempo.
Llevo demasiados meses sin pasarme por la librería expresamente para comprar un nuevo volumen de la Biblioteca Marvel. Y no es porque el formato haya dejado de parecerme atrayente, pues es más bien todo lo contrario: lo que ocurre es que, para mí, es sencillo verse desbordado entre tal cantidad de lanzamientos por mes; máxime cuando se ha aumentado en apenas un año el precio por tomo, haciendo que tengamos que estudiar con lupa el meternos en nuevas colecciones. A estos factores, en mi caso, se le suma la nociva actitud de ir comprando y acumulando tebeos sin leer, así construyendo en poco tiempo una gigantesca pila de lecturas inasumible para una sola persona para la cual el precio original de las BM contribuía mucho. Por todos estos motivos es que dejé de comprar (y leer) en este formato.
Ahora bien, con el 2024 ya entrado y la nueva Biblioteca Conan establecida en mis prioridades como lector, he decidido darle una segunda oportunidad a la línea. Y nada menos que con las historias de El Poderoso Thor, que -curiosamente- constituyen una de las primeras tandas más criticadas por los lectores de la actualidad. Aunque yo no comparto dichas críticas, en cierta medida las puedo comprender. Pero vayamos por partes.
Como os comentaba al principio, la serie de Thor comenzó a publicarse como parte de una de las cabeceras genéricas de Marvel Comics allá por el año 1962, titulada en este caso como "Journey Into Mystery". Por compartir revista con otras series de la editorial, los episodios contenían tan solo trece páginas, en lugar del estándar de veinte por número. Ese, como ya podéis suponer, es el motivo de que este tomo incluya "más" episodios de lo habitual; en realidad, pese al aumento de episodios en comparación, contiene exactamente el mismo número de páginas que el resto de la colección. Por este mismo motivo, es que las historias de Thor están tan condicionadas por su propio formato. Trece planas no dan para mucho en un cómic de superhéroes.
Por si aquello no fuera hándicap suficiente, el habitual guionista de la época, Stan Lee, no se encontraba disponible para escribir los episodios. Hallándose él desbordado entre trepamuros y fantásticos, relegó el trabajo del guion a su hermano menor, Larry Lieber quien se encargaría de la mayoría de relatos aquí recopilados. Para más inri, la identidad de la propia serie no quedaría del todo definida a manos de este escritor, relegando a estos primeros números el origen del personaje y al mínimo planteamiento de ideas para la cabecera -tales como secundarios y villanos- aunque sin ahondar demasiado en nada de ello.
Y es que esta primera decena de episodios no termina de brillar en ningún apartado; sobre todo teniendo en cuenta cómo eran otras series de la editorial. The Amazing Spider-Man, por poner un ejemplo del que ya he hablado, destacaba por introducir desde el principio la mayoría de elementos que caracterizarían a futuro las historias del personaje, sintiéndose así como un cómic adelantado a su tiempo. Con Thor no ocurre nada ni remotamente parecido. Al contrario, pues ni siquiera consigue una cuadrilla de supervillanos sólida, limitándose a presentar enemigos genéricos que apenas tendrán recorrido en el futuro. Utilizar la mitología nórdica como núcleo de una historia de superhéroes es una idea a priori con muchísimo potencial . Sin embargo, dadas las circunstancias, no terminó de explotar en cuanto a calidad, lo que conllevaría una serie de tebeos realmente arquetípicos que no destacaron en lo absoluto. Si bien es cierto que Lieber trató de imbuir parte del encanto que su hermano mayor desprendía en los tebeos.
Me estoy refiriendo a aquello de "héroes con pies de barro" que tanto se había dejado ver en los años dorados de Marvel. La Cosa, acomplejado por su aspecto físico. Spiderman, con su delicada situación económica. Iron Man, con su enfermedad cardíaca. Etcétera, etcétera. Dado que Thor en su forma natural tenía la fuerza de un dios nórdico, se requería otorgarle un alter ego, uno considerablemente más frágil, que pudiese crear drama en las historias. Y así nació el Dr. Donald Blake.
Don Blake es un médico con cojera -ahí está su debilidad- que sirve como alter ego civil del Poderoso Thor. Si bien es cierto que ambos son entidades separadas, de un modo similar al de Billy Batson y el Capitán Marvel. A día de hoy esto se puede percibir como una rareza de la época, pues en etapas recientes del personaje -y en las propias películas- la idea se omite por completo y entiendo por ello que a muchos lectores les pueda parecer algo caduco. Sin embargo, también se debe comprender que la identidad secreta es uno de los pilares fundamentales del género y por eso mismo se trataba de un añadido completamente necesario dentro de su narrativa. Fuera de ello, no se ahonda demasiado en las posibilidades que ofrece esta dualidad entre Thor y Don Blake más allá de crear conflictos internos básicos en el personaje, lo que se traduce en un drama personal cuando Blake debe transformarse en Thor para enfrentar las amenazas que se presentan.
Al formar parte de la Biblioteca Marvel y de las primeras aventuras del Dios del Trueno en el universo Marvel, es de esperar encontrarnos con una buena tanda de primeras apariciones de personajes relevantes para la franquicia. Tal es el caso de Jane Foster y Odín, que, por otra parte, no están del todo perfilados en cuanto a caracterización se refiere. Pero el que más peso tiene sin lugar a dudas es Loki, el hermano adoptivo de Thor, quien es el único enemigo que repite constantemente el enfrentamiento a lo largo de los números. Con las locuras que lleva a cabo y los planes tan rebuscados que se le ocurren, considero que los números donde aparece el villano son de lo mejorcito de este primer año de la serie, por lo divertidos y amenos que son de leer.
Es cierto que los guiones de Larry Lieber hacen aguas en muchos sentidos. Yo, sin embargo, no le doy tanta importancia a la solidez de las historias, pues son cómics viejísimos que no se pensaban cómo los de ahora. En ese sentido, creo que el deber del lector es ser permisivo con según qué cosas, pues es muy fácil juzgar desde la tribuna moral de la actualidad a tebeos que fueron producidos hace más de sesenta años, sin tener en consideración que su único fin era servir como un entretenimiento barato al que cualquier niño podía acceder. Y yo, por supuesto, me lo he tomado como tal. En resumen, que he disfrutado mucho con estas historias, pese a sus evidentes carencias.
El primer volumen de la Biblioteca Marvel de El Poderoso Thor ofrece un correcto entretenimiento. Siempre teniendo en cuenta, claro está, que son cómics hijos de su tiempo y que deben juzgarse como tal. Independientemente de su valor histórico, a mí me han parecido divertidos. Pero, como con cualquier otro clásico de los años sesenta, recomiendo cautela si no sois lectores mentalizados.
¡Muchas gracias por leer este post! Si te ha gustado puedes dejar tu comentario y, si quieres, compartir este artículo por las redes. También puedes invitarme a un cafelito.
¡Saludos!







Comentarios
Publicar un comentario