Reseña de Marvel Gold. Los Vengadores nº 8: ¡Nefaria Supremo!


El año pasado llevé a cabo una dinámica por la cual comencé la lectura de todos los cómics de la serie regular de Los Vengadores, comenzando desde el primer número publicado en el año 1963. Para ello, me valí de la línea Marvel Gold de Panini Cómics; más concretamente, me valí de los famosos Omnigold, esos tochales de seiscientas páginas que recopilan desde el principio todas las series importantes y clásicas de la Casa de las Ideas. La intención era cubrir mediante reseñas todo el material clásico de esa colección, tomando inspiración de la actual Biblioteca Marvel y su filosofía de ofrecer cronológicamente los tebeos más antiguos de la editorial. 

Sea como fuere, este mini proyecto no llegó a buen puerto. Tras llegar al cuarto tochal de Vengadores, casi al final de la etapa de Roy Thomas, dejé aparcada la iniciativa de forma indefinida en favor de otro tipo de lecturas. Llegué a quemarme un poco al haber leído tantos y tantos números de los sesenta en tan corto periodo de tiempo, y eso es algo que terminó pasando factura a la hora de leer y comentar todos estos números. Ahora, casi un año después, retomo el proyecto con más ganas que nunca.


He tomado ciertas medidas que rompen un poco con lo planeado durante el año pasado. Principalmente, he tomado la decisión de omitir temporalmente tres de los Omnigold, pasando así directamente al octavo, el tomo que abarca desde el año 1977 hasta el 1979. Esta decisión viene dada, entre otras muchas cosas, porque de las últimas lecturas que me han encantado, la mayoría son de esta misma época. Ya lo habéis visto a lo largo de los últimos meses con la Imposible Patrulla-X de Chris Claremont y el Invencible Iron Man de Michelinie y Layton. Por tanto, resulta hasta natural que las ganas por continuar la lectura de los Vengadores hayan regresado. Después de todo, estamos hablando de algunas de las mejores etapas superheroicas que yo he me he echado a la cara, y no es atrevido pensar que la cabecera de los Héroes más Poderosos de la Tierra haya sido tocada también por esta edad dorada. 

La cuestión que atraerá a más de uno a hacerse con este volumen es el hecho de que posee grandes nombres firmando su autoría. Aquí no ocurre como en las etapas ya mencionadas de la época en dónde sí que había cierto afán por mantener intacto cada equipo creativo; en los Vengadores, por el contrario, el asunto es más complejo. En este preciso momento dentro de la serie, los cambios de equipo creativo eran demasiado comunes. Como resultado, dentro de este volumen, tenemos una amalgama gigante de autores con renombre: Jim Shooter, George Pérez, John Byrne, Bill Mantlo, David Wenzel, Sal Buscema, entre muchísimos otros más que dieron forma a uno de los momentos de mayor salud creativa dentro de la colección.


Uno creería que tantos autores harían mal en cuanto a la calidad de los guiones. Es decir, nada castiga más a una etapa larga que el no tener ningún equipo sólido al cargo. Sin embargo, parece que está regla no aplica en este pedazo de tomo, pues pese a no tener autores fijos sí que se logra alcanzar una calidad altísima dentro de los estándares de la época, dejando tras de sí algunas de las historias más míticas de la colección. Grandes sagas como la trilogía de Nefaria, el enfrentamiento contra Michael Korvac, el pasado de Mercurio y la Bruja Escarlata, sin dejar de lado momentos tan importantes como la primera muerte de Thanos y el germen de lo que a futuro se convertiría en el evento Civil War. Eso es lo que se encuentra entre lo mas destacado pese a no ser el único material aquí incluido. Se trata, pues, de una edad dorada para Los Vengadores cuya relevancia histórica se encuentra en el podio de estos Marvel Gold. 

La primera gran historia la encontramos nada más abrir las primeras páginas. Entre los números 164 y 166 se desarrolló una saga en la que el Conde Nefaria tendría máxima relevancia al posicionarse como una amenaza muchísimo mayor de lo que nunca ha sido. Ese jefazo de la mafia europea que siempre ha portado ropas elegantes se convertía definitivamente en un enemigo del más alto nivel capaz de rivalizar incluso con el poder del Dios del Trueno, trayendo con él ciertos símiles con los poderes de Superman. Esto le convierte indirectamente en uno de los primeros ejemplos (que no el primero) de "Superman Malvado" visto en tebeo alguno.


Los arquitectos de esta trilogía fueron Jim Shooter y John Byrne, dos autores cuya relevancia es del todo innegable. Ambos construyen un relato que, sin demasiadas pretensiones, consigue divertir de sobremanera al poner el foco sobre las peleas y la acción desenfrenada, elementos captados a la perfección por un Byrne en estado de gracia. Además, aquí es dónde el Hombre Maravilla se une a los Vengadores tras estar muerto durante más de una década. 

Eso, como comprenderéis, es de las cosas que marcan época. Sin embargo, debo reconocer que la experiencia de leer estos tres episodios no ha sido tan espectacular como se me pintaba por las redes. Son números que están bien, son entretenidos, pero no me parece que sean una maravilla más allá del aspecto gráfico. Las comparaciones con la siguiente saga definitivamente son odiosas, pese a mantener el mismo guionista...


La saga de Korvac es, sin lugar a dudas, mi historia favorita de los Vengadores clásicos. Esto no es algo nuevo para mí, pues ya en los inicios del blog le dediqué una reseña a la recopilación en tapa blanda de este mismo ciclo argumental, en la que ya aclaré la fascinación que llegué a sentir por la obra de Jim Shooter tras leerla en una o dos sentadas. Sea como fuere, tras volver a leerla, reafirmo todas las afirmaciones -valga la redundancia- que hice en su momento. Es una historia que sorprende a varios niveles, tanto en su construcción y desarrollo como en la ambigüedad moral que propone en el cierre de la misma. 

Korvac es un enemigo bastante diferente al  clásico maloso al que los Vengadores típicamente se enfrentan, pese haber tenido apariciones pasadas en los Guardianes de la Galaxia en los que sí era bastante genérico y poco inspirado. Es difícil de explicar su cronología al completo, pero en este caso es del todo irrelevante el conocerla o no, pues Shooter hace tal recreación del personaje que a duras penas pueden considerarse uno mismo. Le convierte en un hombre con los poderes de un dios, cuyas preocupaciones trascienden la de los meros mortales. Por ello, recurre a un plan con el cual pretende alterar el tejido de la realidad y fabricar un nuevo universo feliz y justo para todos. 


El esquema narrativo que se utiliza para contar la historia no podría ser más atípico dentro del contexto histórico en el que se publicó, pues no se trata de un guion condensado en dos o tres números; se trata de una saga tan extensa que llegó hasta la decena de episodios. El argumento referido al propio Korvac se desarrolla casi en segundo plano, mientras los Vengadores hacen frente a otro tipo de amenazas como Ultrón, Tyrak y el Coleccionista, mientras van descubriendo poco a poco los ambiciosos planes del enemigo en las sombras. Esta manera de desarrollar la historia recuerda a la forma que tenía Chris Claremont de escribir a la Imposible Patrulla-X, recordando en cierta forma a los números que terminaron desembocando en la saga de Fénix Oscura, publicada poco tiempo después. 

Al ser un argumento tan extenso, Jim Shooter se pudo permitir crear varios momentos icónicos y de suma relevancia para el futuro de la editorial. Se me ocurren muchísimos de ellos, así, a bote pronto; la escena en la que los héroes toman un autobús, la derrota del coleccionista a manos de un Ojo de Halcón en solitario, la primera intromisión de Henry Peter Gyrich, el despertar inesperado de la novia de Ultrón. A mayor escala, se me ocurren escenas tan importantes como la muerte de todos los Vengadores a manos de Korvac (perdón por el spoiler), la pelea entre el propio Michael Korvac y Halcón Estelar -dibujada por un George Pérez inspiradísimo- y la escena dónde se narran los orígenes del nuevo villano. Esta última, de hecho, es a su vez una muestra de que el cómic de superhéroes estaba madurando, pues en realidad es una escena de sexo encubierta entre Carina Walters y Korvac.


Los últimos episodios de la saga de Korvac coincidieron con el ascenso de Jim Shooter a editor en jefe de la Casa de las Ideas, por lo que no fueron directamente escritos por él pese haber dejado a sus sustitutos las directrices y el argumento a seguir a partir de dónde lo dejó. David Michelinie, uno de los sustitutos, comenta en un artículo incluido en el interior del volumen que pasaba largas horas al teléfono con Shooter con el fin de captar bien la esencia de los miembros del supergrupo y dejar bien en claro cual es el argumento de cada número. Es por eso que, tras el dramático final de la historia, la colección viviría una época huérfana en dónde ningún autor se quedaría escribiendo los guiones durante demasiados números seguidos

Precisamente por esto es que ningún cómic dentro de este marco temporal se siente de una calidad excepcional pese tener historias bastante memorables. Si contar los números de relleno que poco tienen que ver con la historia principal, destaca la vuelta de la Bestia tras su marcha forzosa a mitad de la saga de Korvac. Estuvo no pocos números fuera de la serie debido a la pelea con Magneto, pelea en la que participó dentro de la cabecera mutante, por lo que la vuelta a la Mansión de los Vengadores se anunció por todo lo alto con un número especial protagonizado por él en solitario. 


David Michelinie se convierte durante los siguientes meses en un miembro más o menos fijo del equipo creativo. El primer número guionizado en exclusiva por él es consecuencia directa de una de los sub argumentos dejados a la deriva por Jim Shooter, visto por vez última durante la saga de Korvac. Henry Peter Gyrich es un agente del gobierno que, con toda la razón del mundo, le quita el estatus prioritario gubernamental a los Vengadores por las innumerables fallas de seguridad que han cometido a lo largo de los años. Para devolverles el estatus, el supergrupo debe acceder a las demandas que desde el gobierno se le imponen.

La primera medida es reducir el número de héroes titulares en la alineación a siete, tal y como se ilustra en la portada de The Avengers nº 181. En este episodio destaca el hecho de haber sacado a colación el tema de la discriminación positiva dentro de las filas del mayor supergrupo de Marvel, al establecerse que el gobierno obliga a los Vengadores a tener como mínimo un superhéroe negro en la formación. Dado que Pantera Negra está ocupado, Gyrich se decide por Sam Wilson, el Halcón, el compañero del Capitán América. Me ha sorprendido y fascinado a partes iguales que ya a finales de los setenta se tocasen estos temas, aunque no os mentiría si os dijera que me habría gustado que se explorase más en profundidad. Me da la sensación de que se han quedado demasiado en la superficie cuando podrían haber ido mucho más allá. Espero que se retome a futuro...


Me gustaría hacer una mención especial a la siguiente historia, pues se retoma la idea de hacer que los Vengadores combatan amenazas verdaderamente poderosas que, cómo mínimo, estén igualadas en cuanto a fuerza con el equipo en su totalidad. En este caso, la amenaza es el Hombre Absorbente, un villano típico en colecciones como la del Increíble Hulk y el Poderoso Thor, por lo que es muy razonable que posea tan alto nivel de poder al haber enfrentado justamente los dos superhéroes más fuertes de la editorial. John Byrne de nuevo hace un estupendo trabajo narrando la acción en viñetas. Por si todo eso fuera poco, en estas páginas es cuando la Ms. Marvel original se une a los Vengadores. ¡Esto es historia viva de la editorial lo mires por donde lo mires!

Pero si de hacer historia estamos hablando, esperad a leer lo que sigue; la siguiente saga es todavía más relevante. Algo se estaba cociendo desde hacia ya varios meses. El misterio sobre los padres biológicos de Mercurio y la Bruja Escarlata se complicaba cada vez más con la aparición de Django Maximoff, asunto que llevó hasta la lejana montaña de Wundagore, en donde reside el Darkhold. En este punto destaca la posesión infernal que sufre el cuerpo de Wanda, elemento que una vez más recuerda a la saga de Fénix Oscura, del mismo dibujante.


Que John Byrne estuviera involucrado en ambas colecciones es elemental para la correcta comprensión de esta saga. A día de hoy, sabemos que Magneto es el padre biológico de los gemelos Maximoff, pero no fue hasta esta saga dónde se empezó a insinuar esta revelación dentro de los cómics. Tanto en Uncanny X-Men como en Avengers se dispusieron pistas que, comparándolas entre ellas, coincidían y creaban la imagen de un misterio mucho mayor. En ningún momento se dice explícitamente la identidad del padre, pero con un par de textos de apoyo -sumado a las pistas en la Patrulla-X- a uno le queda claro quién es en realidad. 

Este juego entre ambas colecciones cuyo único nexo de unión era el dibujante me parece bastante reseñable y hace que uno sienta que el universo Marvel es un lugar vivo en dónde las tramas de varias series juegan en favor de mostrar un mundo creíble y conectado. 


Más allá de los números de la serie regular y diversos extras de poca relevancia, destaca en este volumen la gran cantidad de anuales que contiene: por un lado, de Vengadores están del séptimo al noveno; por el otro, está el segundo anual de Marvel Team-Up, con el que culminó toda la saga de Thanos contra Adam Warlock. En general, ninguna de estas historias me ha parecido demasiado interesante, con la obvia salvedad de los dos anuales respectivos a la historia del Titán Loco. Después de todo, esos tebeos formaron parte esencial de mi actual afición por el medio. Jim Starlin siempre me ha parecido un auténtico genio, y por ello ha sido agradable volver a estas historias, pese a la carencia más que evidente de los episodios anteriores que protagonizara Warlock. 

Aún con todo, me ha encantado este octavo Omnigold de los Vengadores. Tiene altibajos debido a la diversidad de contenidos entre episodios normales, anuales y fill-ins, pero en definitiva es una buena experiencia superheroica. Los últimos años de la década de los setenta fueron una joya para la Casa de las Ideas y aquí tenemos una muestra más de ello.



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