Reseña de Immortal X-Men 14 y 15 de Gillen, Werneck y Medina

Tras el chasco moderado que han resultado ser los dos primeros números de la Patrulla-X de Gerry Duggan enmarcados en plena Caída de X, me parece que ya es hora de volver a una zona segura en cuanto a calidad mutante se refiere: o al menos, la que yo considero una zona segura, que al final es cuestión de gustos.

Es bien sabido lo mucho que he disfrutado con la Inmortal Patrulla-X de Kieron Gillen hasta el momento, habiéndole dedicado -hace unas semanas- una reseña sumamente positiva: para mí, es la mejor serie mutante de la actualidad. Teniendo eso en cuenta, era cuestión de tiempo que yo comenzase la lectura de estos episodios centrados en el nuevo estatus de los mutantes tras los terribles sucesos de la pasada Gala Fuego Infernal

Quiero decir, el interés generado por esta serie de cara al evento va más allá de otras muchas cabeceras relacionadas, pues no cabe ninguna duda de que la de Kieron Gillen es una de las más afectadas en cuanto a  consecuencias se refiere. Esto, claro, es por una muy buena razón: el propio concepto original del que presume la colección. 

Debemos tener presente que Immortal X-Men nació con la idea de otorgarle protagonismo al Consejo Silencioso como órgano rector de la nación krakoana y como consecuencia directa de Inferno. Como tal, se le fue dando cierto protagonismo a todos y cada uno de sus miembros gracias a un recurso del todo novedoso -al menos en el contexto actual- que marcaría, al menos, los trece primeros episodios de la colección.

El recurso del que estoy hablando es el de los capítulos narrados en primera persona. En cada mes, un mutante del consejo se alzaba como voz protagónica y narraba la historia desde su particular perspectiva, para así explorar las situaciones desde todos los ángulos imaginables. 

Dicha estructura otorgaba a la serie un elemento diferenciador al del resto de la franquicia, elevándose así como una de las colecciones fundamentales para estar al día durante Destino de X, la anterior etapa antes de la Caída de X. La pregunta que cabe hacerse es: ¿Cómo se habrán adaptado a la actual situación? No debió ser tarea fácil encajar las piezas para responder a tal pregunta, eso desde luego: no obstante, Kieron Gillen ha salido bastante airoso de la situación; al menos por ahora...


En realidad, aunque Krakoa como país ya no exista, el enfoque de dicho guionista no ha cambiado del todo, pues se sigue centrando la acción en miembros del Consejo Silencioso que ya habían tenido un considerable protagonismo en pasadas entregas de la colección. Ahí es donde radica principalmente la dificultad: con la ausencia de las reuniones del consejo y todo el intríngulis política que estas conllevan, la serie fácilmente podría haberse quedado sin rumbo y totalmente a la deriva. 

Para colmo de males, la mayoría de los krakoanos aparentemente murieron atravesando los portales, incluyendo a varios miembros relevantes como Hope, Éxodo y Destino. A esos se le suman otros como Mister Siniestro, un personaje central de la colección que se vio expulsado tras el final de The Sins of Sinister. Como os decía, las cosas no son sencillas para el guionista, pero ciertamente se mantiene la calidad y el interés pese al cambio de rumbo.
Lo primero que nos encontramos tras abrir la primera página del número catorce de Immortal X-Men (Inmortal Patrulla-X/Patrulla-X Roja n.º15 en España) es una secuencia que resume muy bien lo que ha significado la Gala Fuego Infernal 2023. En la mencionada secuencia, se nos muestra a Charles Xavier como el único habitante de la abandonada Krakoa, demacrado tras vivir allí durante semanas, recordando con melancolía el trauma de la Masacre Mutante.

Esto, aparte de servir como recordatorio de los anteriores episodios, es una grandísima puesta en escena del dibujante Lucas Werneck para marcar el nuevo rumbo y dirección de la serie, una que ahora se encuentra oficialmente en su recta final. Es de elogiar lo mucho que transmiten estas páginas pese a la falta de diálogos nuevos -los que hay son parte del anterior número- pero, por otra parte, se demuestra con ello la importancia capital de esta cabecera. Si quieres saber qué pasó con el Profesor X, son estos números los que hay que consultar. 


El exilio autoimpuesto tiene una doble función: por un lado, convierte a Xavier en el mártir mutante por excelencia; por el otro, protege la isla de todo tipo de invasores, gracias a sus poderes telepáticos y telequinéticos, pues considera que la tumba de la raza mutante no debe ser -y no será- mancillada por sus verdugos. Esto último nos lleva inevitablemente al destino de otro de los miembros del Consejo Silencioso; quizás el mayor traidor de la raza mutante: El Rey Negro del Club Fuego Infernal, Sebastian Shaw

Ya en las entregas inmediatamente anteriores vimos como Shaw estaba colaborando en secreto con Orchis para dinamitar el gobierno krakoano desde dentro gracias a la misteriosa resurrección de Selene Gallio (como vimos en Before the Fall - Sinister Four). Ahora, con la nación hecha pedazos y sus habitantes expulsados, vemos cómo se ha quitado la careta para mostrar su verdadero rostro y su auténtico objetivo: capitalizar la isla.


Lo que él quiere es aprovechar los recursos naturales y la avanzada tecnología de Krakoa -enviando agentes que atacan la isla- para explotarla con fábricas y minería, mientras que Selene pretende recuperar el portal de los Externos allí presente. Por parte de Sebastian Shaw, esto demuestra lo sin escrúpulos que llega a ser y el cómo fue un error aceptar a todos los mutantes dentro del país sin pensar en las consecuencias a largo plazo que conllevaría. Ya ocurrió algo similar con Siniestro. Esto demuestra que, de base, el proyecto de Charles, Magneto y Moira siempre estuvo destinado al fracaso.

Estos dos no son los dos únicos frentes que Kieron Gillen abre para la recta final de Immortal X-Men, pues todavía queda el tercero y último: el destino de los 250.000 mutantes supuestamente asesinados durante la pasada gala.


Pues resulta que no fueron asesinados, si no que fueron enviados a otro plano de la realidad. Entre ellos, se encuentran Hope, Éxodo y Destino, quienes los lideran en el mencionado lugar que, por alguna razón, se muestra como un gigantesco desierto. Juntos, los cientos de miles de krakoanos recorren los páramos en busca de la tierra prometida. Esto es una clara alusión a la travesía del desierto vista en el Antiguo Testamento de la Biblia; y eso que ni siquiera es la primera vez que se hacen referencias religiosas dentro de serie, empezando por la cubierta del primer número.

Esta subtrama de momento queda como la más ambigua y misteriosa de todas, pues en ningún momento se hace referencia a qué está ocurriendo realmente. Queda a deber parte del desarrollo y su resolución. Poco más se puede decir, más allá de que parece que es la más prometedora hasta ahora y la que resolverá una de las mayores dudas de la franquicia tras la pasada Gala Fuego Infernal. Ya sabéis a la duda que me refiero: ¿Qué es lo que ha pasado con los habitantes de Krakoa?


En los próximos meses estaré a la expectativa en cuanto se refiere a la Inmortal Patrulla-X de Kieron Gillen y Lucas Werneck. La Caída de X no le ha sentado tan mal como uno podría imaginarse dado el contexto original de la serie, y la verdad es que ha sabido adaptarse bastante bien a la nueva situación. El interés se mantiene sin rechazar completamente el planteamiento original, manteniendo el nivel y estableciendo la posibilidad de que suba todavía más con los episodios finales.

Estoy bastante ilusionado con este Immortal X-Men y confío plenamente en las capacidades del dibujante y del guionista para darle un cierre satisfactorio a la colección. Eso sí; imagino que no quedará del todo cerrada, pues hay que tener en cuenta que tanto Rise of the Powers of X como  y X-Men Forever -ambas de Kieron Gillen- continuarán algunas de las tramas. Esperemos que salgan bien

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