Reseña de Marvel Now! Deluxe. Capitán América de Nick Spencer 3: La Construcción de un Imperio


Tercer volumen recopilatorio en formato Marvel Deluxe de la etapa de Nick Spencer al frente del Capitán América. Una etapa para nada exenta de polémica, en cuyas páginas el guionista se ha atrevido a tocar temas delicados de la política estadounidense, temas que normalmente dividen a la población y que están lejos del típico "aporrear nazis" que se suele ver en los cómics de este personaje. A esto se le suma el momento histórico en el que se publicaron estos cómics, en pleno periodo electoral del año 2016, cuando Donald Trump arrasó en votos. 


En las anteriores entradas dedicadas a esta etapa ya os avancé que no me gusta ni un pelo el claro sentido partidista que Nick Spencer imprime en sus tebeos. Está clara cuál es la postura política del autor y a cuál sector quiere contentar con sus historias; ni siquiera intenta disimular su participación en la campaña de desprestigio contra el ahora expresidente Trump. Todo lo que rodea a esta serie es totalmente político, panfletista y, si me permitís, bastante turbio, a la par que oscuro. No es casualidad que se utilice una cabecera como la del Capitán América para transmitir según qué mensajes. La directiva de Axel Alonso sabía muy bien lo que se hacía.

Nada más comenzar la serie de Sam Wilson portando el manto del Capitán América, se hizo una clara declaración de intenciones que marcaría la línea a seguir en el resto de los episodios: este Capi, al contrario que el antiguo, se posicionaría políticamente, con todos los problemas que ello acarrea. Esta decisión llevaría a la colección a convertirse en una especie de manifiesto izquierdista cuyas páginas denuncian todo lo atribuido a las propuestas políticas de Donald Trump.


Por el camino, la serie ha tomado una postura crítica en temas como las leyes de inmigración, los medios de comunicación e incluso la brutalidad policial tan común en ese país. Por todas las razones expuestas es que Nick Spencer se ha granjeado el odio y la apatía de gran parte de los lectores que no toleramos que se hagan este tipo de historias propagandísticas en pleno siglo XXI. Sin embargo, las cosas irían a peor pasados los meses...

En consecuencia a los sucesos de Pleasant Hill vistos en el evento de 'Avengers: Standoff'', el por entonces envejecido Steve Rogers recuperaba su juventud gracias al poder del Cubo Cósmico. Aquel fue motivo más que suficiente para que a Nick Spencer le dieran los mandos de una segunda colección del Capitán América, en este caso protagonizada por el propio Steve, de vuelta al manto, sin necesariamente sustituir al actual portador Sam Wilson. Sin embargo, las cosas no serían tan fáciles para el Centinela de la Libertad, pues el guionista y la editorial tenían otros planes que iban mucho más allá de utilizar a dos Capitanes América simultáneamente.


Con aquel famoso "Heil, Hydra.", Steve Rogers se revelaría como una agente leal a la organización Hydra, convirtiéndose así en el mayor traidor del Universo Marvel. Esta decisión ha sido sin dudas la más polémica de la Casa de las Ideas en los últimos años, y con justa razón; convertir un símbolo patrio estadounidense en un auténtico nazi traidor puede percibirse casi literalmente como un insulto, especialmente con los años de historia que ya poseía el personaje en aquellos momentos. 

En mi opinión, ese argumento no tiene demasiado peso. Desde el primer momento en el que se le presenta, se sobreentiende que todo forma parte de una maquinación de Cráneo Rojo, quien utilizando el Cubo Cósmico altera los recuerdos del bueno de Steve, por lo que no tiene mucho sentido enfadarse con el cambio. En ningún momento se dice que este sea el verdadero Capitán América.


Teniendo eso en mente, cabe resaltar que la labor de Spencer en la colección de 'Steve Rogers: Captain America' no me parece del todo mala. Yo no la lanzaría a los tiburones, por así decirlo. La construcción de la trama resulta interesante, y realmente dan ganas de seguir leyendo para saber más de esta retorcida versión del Capitán América. La serie alterna entre escenas ambientadas en el pasado y el presente: por un lado, en el presente, le vemos conspirar a las espaldas de todos sus seres queridos por la gloria de Hydra; en cambio, por el otro lado, se nos muestra su pasado oculto, uno que cambia todo cuanto sabíamos del personaje. 

En ese sentido, creo que la serie se mantiene muy en la línea de lo visto en el anterior tomo. No obstante, posee dos nuevos elementos que la hacen resaltar nuevamente: la caracterización del Capi Hydra y su relación con Helmut Zemo. Respecto a lo primero, me parece encomiable que Spencer consiga mantener los rasgos de personalidad básicos de Steve Rogers incluso en su versión maligna. No es algo para nada sencillo de hacer, pero, sin embargo, se logra. Obviamente que tiene una ideología opuesta al Capi de siempre, pero yo estoy hablando de que no es una versión malvada genérica, sino que de verdad parece a Steve Rogers.


Respecto a lo segundo que os decía, lo de la amistad con Helmut Zemo, es un elemento de la trama que me ha sorprendido bastante. Desde lo de Pleasant Hill que Spencer se había empeñado en dejar al Barón Zemo como un auténtico inútil y un fracasado, pero es en estos últimos números que se revela su importancia dentro del plan del Capitán Hydra. Choca bastante la revelación de que desde la infancia han sido mejores amigos; a fin de cuentas, han sido archienemigos durante décadas de historia. Dado esto, es altamente probable que Zemo vaya a tener muchísima importancia como personaje de cara a Imperio Secreto, el evento que cierra toda la etapa. 

Debo reconocer que se me han hecho disfrutables los episodios protagonizados por Steve Rogers. Pese  a los radicales cambios en la filosofía del personaje, creo que mantiene un espíritu similar al de, por ejemplo, la etapa de Ed Brubaker con el Capitán América. Por otro lado, tengo bastantes ganas de echarme a la cara el ya mencionado evento de Imperio Secreto.


La colección de Sam Wilson, por el contrario, goza de un enfoque diferente, uno que la convierte en un ideario político fantástico para los lectores más izquierdistas, pero que deja de lado a todos los demás. Los episodios contenidos en este volumen no han sido para menos: se siguen manteniendo los mismos niveles ideológicos, a la vez que se cuelan un par de números de relleno que aportan más bien poco a la trama principal en desarrollo. Puede ser más o menos interesante ver una especie de deconstrucción del nuevo Capitán América, pero Nick Spencer no está muy por la labor de hacer florecer esta línea argumental. En su lugar, prefiere dedicarle unos cuantos episodios a Misty Knight y Joaquín Torres, personajes que están lejos de ser igual de interesantes que el protagonista. 

Siento que es una lástima que se ignore este hilo porque resulta refrescante ver lo mal que le puede ir a un superhéroe que lucha por las causas políticas sin meditar en las consecuencias. De cierta manera, uno como lector entiende que hasta el propio Steve Rogers es el que está detrás de la caída del nuevo Capi, por lo que se reafirma lo que pienso: en este punto de la historia, meter tres fill-ins resulta innecesario. Lo que de verdad habría aportado a la narrativa sería un choque más directo con la colección hermana y así otorgarle más apariciones a la contraparte oscura de Steve. Es la única forma en la que estos episodios podrían cuajar como preludio a Imperio Secreto.


La resolución de la subtrama de Rabia y la Ameripolicia resulta un verdadero alegato contra la violencia desmedida ejercida por los cuerpos policiales en los Estados Unidos, cosa que en principio no resulta ninguna locura, bajo mi punto de vista. Está más que demostrado que estos casos de violencia existen y son una realidad, por lo que no es nada descabellado que un ícono como el Capitán América se entrometa en este tipo de abusos. ¿Acaso Spencer no podría ser siempre así?


Los dibujantes talentosos han contribuido en gran medida a dar vida visual a los guiones de Nick Spencer, agregando profundidad y calidad artística a las historias. Esto es algo que hemos visto en ambas series, tanto en la de Sam como en la de Steve. No obstante, tengo la sensación de que el nivel ha bajado un peldaño en lo que respecta a este volumen, pues grandiosos autores como Daniel Acuña y Jesús Saiz poseen una menor participación en los episodios, relegando su papel a otros dibujantes de menor renombre, tales como Paul Renaud o Javier Pina. Yo, en lo personal, habría preferido que tanto Acuña como Saiz hubieran tenido mayor presencia, tal y como ocurría en los dos anteriores tomos. 

En general, esta no me está pareciendo la etapa del Capi más disfrutable que yo haya leído. La parte de Steve Rogers está medianamente bien, más que nada por el girito que supone volverle malvado. Las escenas en el pasado cambian todo lo que conocíamos de él, y aunque comprenda la reticencia de muchos lectores, creo que está bien logrado; al menos funciona como una variante maligna del personaje. La parte de Sam Wilson, en cambio, es bastante menos disfrutable. Mezclar la política con la ficción puede salir muy mal en algunas ocasiones, y creo que esta es una de ellas. Sigo pensando que no representa para nada bien lo que debería significar un símbolo como lo es el Capitán América.


Ah, por cierto: al final de este tercer volumen se incluye un one-shot especial de Civil War II que funciona como un epílogo de dicho evento, al mismo tiempo que sirve como prólogo para el que está por venir. Vamos, que es un puente entre Civil War II y Secret Empire (Imperio Secreto) que arroja algo de luz sobre el alcance de los planes de esta versión nazi del Capitán América. Es imprescindible de cara a dar contexto previo al próximo evento, por lo que su inclusión dentro del tomo está más que justificada. 

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