Reseña de Marvel Now! Deluxe. Capitán América de Nick Spencer 2: Heil Hydra

Segundo tomo recopilatorio de la etapa de Nick Spencer a los mandos del Capitán América, sin duda alguna una de las series más polémicas de Marvel Comics en los últimos quince años. No es para menos, pues estamos ante un guionista que no duda en meter ciertos temas políticos de actualidad en su historia, asuntos de los que dividen en dos a la población. En lo personal, no estoy disfrutando demasiado de esta lectura; sin embargo, creo que, en ocasiones, es necesario leer aquello que no te gusta de cara a desarrollar fundamentos lógicos en contra suya. 

El tramo final del primer volumen estuvo íntegramente dedicado al crossover entre colecciones titulado "Avengers: Standoff" o 'Punto Muerto', lo que bien se podría considerar como el primer cruce enmarcado dentro del "All-New, All-Different Marvel" que a su vez serviría para marcar el camino a seguir en los posteriores eventos de la Casa de las Ideas. Por lo pronto, las consecuencias de los sucesos de dicho evento, lo de Pleasant Hill, se exploran en este segundo tomo recopilatorio.

El nuevo Capitán América de Sam Wilson ya estaba del todo establecido para cuando empezó la etapa de Nick Spencer, pero tras los sucesos acaecidos en Pleasant Hill se agrega una nueva serie al panorama general de la franquicia, protagonizada por un rejuvenecido Steve Rogers que viene a recuperar el manto del original Capitán América. Esto es algo que nos deja un interesante planteamiento en el que dos Capitanes América de diferentes ideologías conviven compartiendo el mismo manto, simbolizando de cierta forma "las dos Américas" presentes en el contexto político el año en el que se publicaron estos cómics.

Cada una de las dos series, la de Sam Wilson y la de Steve Rogers, representa de cierta manera las dos direcciones políticas actualmente predominantes en los Estados Unidos. El primero se podría considerar que es de izquierdas, un tipo realmente involucrado en los movimientos sociales, que no duda en meter mano, por ejemplo, contra las políticas de inmigración de su propio país. Con el segundo, por el contrario, se insinúa discretamente que es de derechas desde el principio de la etapa, mientras que a la vez se le muestra abiertamente en contra de la forma que tiene Wilson de llevar el manto. Este enfoque se traslada directamente a ambas colecciones, por lo que leerlas en paralelo se convierte en obligatorio de cara a entender lo que el guionista quiere contar. Afortunadamente, en esta edición vienen intercalados los números de cada serie de manera cronológica, por lo que no hay de qué preocuparse. 


'Sam Wilson: Captain America' continúa en la línea marcada por el guionista Nick Spencer de ofrecer una agenda "progresista" y claramente izquierdista, en sintonía con la corriente política de moda en los Estados Unidos desde hace tantos años. Su manera de escribir estas historias está claramente dirigida a lanzar opiniones incendiarias que causen polémica en las redes sociales, con el único motivo de estar en el centro del ojo público y generar así publicidad gratuita que le sitúe como abanderado de la corrección política. No simpatizo en absoluto con esta forma de crear tebeos. Menos simpatía tengo todavía si tenemos en cuenta que un personaje como el Capitán América debería estar por encima de estos debates políticos que no hacen más que partir el país en dos. 

Si en el anterior número se metió el dedo en la llaga sobre temas tan polémicos y divisorios como las leyes de inmigración o los discursos de Donald Trump, aquí Spencer sigue en sus trece y agrega una capa más a su panfleto ideológico hecho tebeo para hablar de un tema tan delicado como lo es el del "Black Lives Matter". 


Para ello, se introduce a un cuerpo paramilitar con 'Ameripolicía' por nombre, que funciona como un grupo privado de seguridad que trabaja para limpiar las calles más peligrosas de Nueva York, aunque para ello recurran a modos violentos y poco éticos. Los paralelismos con algunas de las polémicas recientes en Estados Unidos son realmente evidentes, pues la violencia policial siempre ha sido un tema candente en ese país. Criticar el uso desmedido de la fuerza bruta en cuerpos policiales no me parece para nada desacertado en según qué contextos, pues está más que demostrado que es algo real y palpable dentro de la sociedad.  De hecho, sacar a colación este tema durante los cruces con Civil War II es bastante lógico, pues de cierta manera está relacionado con lo que se narra en dicho evento.

El problema, en mi opinión, es el tinte marcadamente supremacista y racista imprimido en ciertos momentos de la serie. Concretamente, estoy hablando del funeral de James Rhodes (continuando los acontecimientos del evento ya mencionado), en el que por alguna razón se muestra una vergonzosa escena de la que se ha hablado muy poco en redes: el "homenaje" racial al difunto. Es decir, se reúnen varios personajes de Marvel de raza negra (varios de los cuales ni siquiera tenían relación con el pobre de Rhodey) con el único motivo de rememorarle como superhéroe negro. 


De plano, me parece absurdo dedicarle tanto énfasis al grupo racial al que pertenece en lugar de juntarle con sus amigos de verdad. Aclaro que el problema no es la raza, sino el énfasis que se le hace a un rasgo físico y cultural en lugar de al personaje en sí. Hacer un funeral "blanco" sería, con razón, un escándalo; ¿Por qué no es un escándalo con la raza negra? Ciertamente, me parece algo racista y excluyente.

Nick Spencer tiene alguna idea interesante respecto a la colección de Sam Wilson, pero lo arruina todo con su obsesión por impregnarlo todo con la ideología de moda que no representa para nada los valores de igualdad que debería promulgar un personaje como el Capitán América. La vuelta de Steve Rogers debería arrojar algo de luz en este asunto, pero nada más lejos de la realidad: como todos sabéis, la particular visión que el escritor decidió dar sobre el personaje pasa, literalmente, por convertirle en un nazi y un traidor. 

Lo del original Capitán América, convertido en miembro leal a Hydra, de plano, me parece que es algo que ha sido, en parte, injustamente criticado por parte de cierto sector de lectores. Cuando en el primer episodio de 'Steve Rogers: Captain America' le vimos exclamar las palabras "Heil, Hydra", una avalancha de lectores y no lectores se lanzó a destruir en redes al guionista con amenazas e insultos de toda índole, cosa que me hace pensar que mucha gente no está acostumbrada a los cómics de superhéroes, pues esta estrategia se ha usado en multitud de ocasiones a lo largo de la historia del medio. Quiero decir, es natural estar inconforme con el hecho de romper a todo un personaje con tal de animar un poco las ventas, pero es que desde el primer momento se deja claro que ese NO es el Steve Rogers que todos conocemos.

La cabecera protagonizada por esta particular versión del personaje explora un pasado secreto que contradice todo lo que anteriormente conocíamos sobre él, uno en el que desde su infancia ha sido entrenado por la organización Hydra, desde mucho antes de recibir el suero del supersoldado. A su vez, estamos ante una serie algo más pausada que explora los distintos tejemanejes y manipulaciones que Steve realiza a sus compañeros, marcando poco a poco el camino a seguir hasta llegar a Imperio Secreto, el evento en el que culminará toda esta etapa. 

Negar que esta segunda serie tiene cierto interés sería absurdo, pues estoy verdaderamente intrigado por esta versión del personaje. Quizás mi opinión sería bastante distinta si creyera que este es el Steve Rogers auténtico, pero, como os decía antes, queda bastante claro que esto es parte de una manipulación de la realidad orquestada por Cráneo Rojo, por lo que no tengo ningún problema. La cosa cambia cuando hacemos una segunda lectura de esta historia y recordamos que, a lo largo de la etapa, este Capi ha sido claramente referenciado como una persona con ideología inclinada hacia la derecha. El problema es que, si ya tiene crimen hacer eso, ahora resulta que la verdadera razón para ello era mostrarle como un fascista. A mí me parece que este mensaje es bastante peligroso y totalmente desmedido, a la par que desacertado, porque claramente Spencer pretende decir quiénes son los "buenos" y quienes son los "malos" basándose únicamente en la ideología política.

Todos estamos de acuerdo en que la ideología nazi y los supremacistas son una lacra de la sociedad que debe ser eliminada; es precisamente por eso veo que fatal el querer llamar así injustamente a la mitad de los Estados Unidos. No, la gente de derechas no tiene por qué ser nazi, Dejad de criminalizar a las personas de una vez. 

Una vez más, al margen de la ideología política, lo mejor de todo este segundo volumen es el apartado artístico, que curiosamente está conformado únicamente por autores españoles. Daniel Acuña sigue siendo uno de los dibujantes más interesantes de la editorial, pero en esta ocasión también se unen estrellas como Jesús Saiz, Ángel Unzueta y Javier Pina, todos ellos aportando una personalidad única a ambas colecciones. Es una lástima que Nick Spencer se haya quedado pequeño al lado de ellos.

Parece que la etapa de Nick Spencer ya no tiene salvación y va a quedar marcada para siempre por la propaganda política que innegablemente posee en sus páginas. Detesto que haya sido así, pues considero que, al margen de todo eso, el escritor tiene ciertas virtudes que podrían explotarse mejor en otro tipo de historietas, unas que no formen parte de la máquina propagandística de cierto partido estadounidense. Ahora, tanto él como su etapa están marcadas. Es lo que tiene jugar con fuego, que puedes quemarte. 

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