Tenía muchas ganas de leer el Factor-X de Mark Rusell y Robert Quinn, una de las colecciones que más me han gustado dentro del último relanzamiento de la franquicia mutante posterior a La Era de Krakoa. A continuación, comparto mis impresiones sobre este cómic.
Puntuación: 6/10
Lo cierto es que yo ya había leído los cuatro números de Factor-X contenidos en este "comic-book con lomo" de la edición española de Panini. Los leí cuando se publicaron en su versión USA, más o menos al ritmo original de publicación, pero la dejé de seguir por ciertos temas personales que ahora mismo no tienen mucho que ver con este post. Y lo cierto es que haber releído estos cuatro episodios tantos meses después, en mi idioma y en formato impreso, me ha hecho darme cuenta de que realmente disfruto mucho esta etapa escrita por Mark Rusell y dibujada por Bob Quinn. Es algo que ya sabía de antes, pero ahora es cuando me he dado cuenta de que es un gusto genuino -y quizás culposo- del que no creo que me pueda despegar.
Mis motivos para considerarla una serie tan buena (al menos para los estándares de la actual Marvel Comics) son fundamentalmente dos: su sentido del humor y su sentido de la sensibilidad. Es básicamente uno de los cómics que más me han hecho reír en toda mi vida; y sé que es algo que dicho así parece exagerado, pero en mi caso al menos es totalmente cierto. Es que ese baile entre lo absurdo y lo socialmente relevante, esa crítica a la cultura de las celebridades, a las redes sociales y sus tendencias, resuena demasiado con mi yo lector. Y si a ese tipo de humor le juntas unos personajes graciosos y medio carismáticos -tampoco demasiado- y el resultado es un cómic ameno, divertido y con el que yo al menos me he reído un montón.
En cuanto a eso que acabo de mencionar sobre el sentido de la sensibilidad en este Factor-X, me refiero a que me ha parecido que trata muy bien algunos temas típicos en la franquicia mutante como la discriminación y la relación entre humanos y mutantes. Otras series actuales de la misma franquicia me parece que no captan tan bien este tipo de temática, y en ese sentido, Rusell lo hace a las mil maravillas: de hecho, si extrapolas los mensajes aquí plasmados a la vida real, incluso te puedes sentir identificado. Al menos yo me he sentido así. Y eso es algo que valoro un montón como persona y como lector que no encaja en lo que muchos llamarían "normalidad".
Eso sí: tengo que reconocer que este tebeo tiene un dibujo bastante flojo. Pero flojo, flojo. Bob Quinn no me termina de desagradar a nivel visceral, eso también lo tengo que reconocer, pero lo cierto es que su nivel dista mucho del que debería ser el mínimo requerido dentro de un cómic mainstream; y menos en uno publicado por una editorial tan importante como Marvel Comics. En ese sentido, resulta un cómic bastante decepcionante que ojalá hubiera tenido un apartado visual más vistoso con el que embellecer todavía más su (medianamente) destacable guion.
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