Reseña de Biblioteca Marvel: Capitán América 2 (1965-1966)

Ya está aquí el segundo tomo de la Biblioteca Marvel del Capitán América tras muchos meses de haberse publicado el primero. Tras experimentar con relatos de acción en los que Jack Kirby tomaba el timón de las viñetas y una breve etapa de historias ambientadas en la Segunda Guerra Mundial, el serial comienza a tomar forma, pese a seguir constreñido en la cabecera genérica de Tales of Suspense. Es más que un cómic: es una máquina del tiempo. 


Desde que le dieron su propio espacio al Capitán América como parte de la cabecera de Tales of Suspense, la Marvel Comics de la época no tenía muy claro que hacer con el personaje. Sus aventuras ya estaban siendo narradas en Los Vengadores, liderando el que era conocido como "Cuarteto Loco" con Ojo de Halcón, la Bruja Escarlata y Mercurio, pero en su propia colección no tenía un rumbo por el que dirigirse. En su lugar, se había optado por contar las aventuras que había vivido en los cuarenta antes de ser congelado en hielo, aquellas ambientadas durante la Segunda Guerra Mundial y que apenas afectaban a la continuidad tradicional. Y seguiría así por un buen tiempo.

Este enfoque tenía cierto grado de interés para el lector promedio de la época que no había podido disfrutar de los cómics originales de Joe Simon y Jack Kirby. Sin embargo, y como demuestra su corta duración, el mencionado interés se diluyó y rápidamente se volvió al enfoque tradicional establecido en 1961 con los Cuatro Fantásticos, ambientándose de nuevo en el presente y dejando atrás ese marcado enfoque bélico que venía caracterizando sus tebeos desde hacía ya meses. Era la prueba de fuego para Stan Lee y Jack Kirby. ¿Lograrían trasladar con éxito a Steve Rogers al presente sin la ayuda de los Vengadores?

En los meses previos a esta prueba de fuego se desarrolló una trilogía de números que sería predecesora de lo que estaría por venir en el futuro inmediato del serial. Serían tres episodios de diez páginas cada uno que narrarían algunas de las hazañas del Capi en la Segunda Guerra Mundial. Y dentro de que son más que disfrutables, sí que es cierto que carecen de muchos de los elementos que caracterizaban a los mejores cómics de la editorial, dando la sensación de estar anticuados incluso para ser del año 1965. Nada que ver con lo que empezarían a establecer Lee y Kirby en posteriores episodios. 

Pero ya volviendo a lo importante, la transición entre el pasado y el presente se realizaría de la forma más natural que se les pudo ocurrir a los creativos: con el Capitán América narrando a sus compañeros Vengadores las mismas aventuras que habíamos estado leyendo hasta el momento. De esta manera, se le daba una justificación coherente a la presencia de estas historietas en plena Era Marvel. Claro que la cosa no quedaría así. No era razonable volver al estilo de los primeros relatos del Capi en el presente -como ya vimos en el primer volumen- en la que se enfrentaba a matones sin nombre durante diez páginas en cada episodio. Esas eran historias simplonas que solamente servían para que Kirby pudiera lucirse en largas secuencias de acción. Ahora, no obstante, sería necesario algo más ambicioso que eso, algo con más sustancia.

Para ello no había mejor manera que desarrollar de nuevo una trilogía de episodios con el que se empezarían a establecer algunas de las pautas que ya consideramos básicas en las historias de este personaje. Veinte años después de la derrota final de Cráneo Rojo, aparecen tres robots gigantes con el nombre de Durmientes cuyo único fin es vengar la caída del Tercer Reich. Para ello, uniéndose poco a poco en un mismo robot, se disponen a destruir el núcleo de la Tierra. A lo largo de estos episodios, el Capi busca incansablemente la manera de detener la llegada de estos Durmientes mientras se nos deja entrever la posible vuelta del malvado Cráneo Rojo. Es una manera de volver al presente por todo lo alto, y sorprende la decisión de hacerlo de esta manera, pues pusieron toda la carne en el asador sin apenas mirar atrás de una manera parecida a "El viejo orden cambió", el clásico tebeo de los Vengadores con el que pusieron todo patas arriba. 

Sea como fuere, lo cierto es que el propio Steve Rogers también ganó algo de profundidad como personaje. Dentro de lo que cabe, se explora de manera sorprendentemente madura los traumas que sufren los soldados tras volver de la guerra, a través de su dilema de "soy un hombre fuera de tiempo". Es algo verdaderamente interesante que se ha mantenido incluso a día de hoy. Cabe destacar, eso sí, que esta caracterización tiene su origen dentro de las páginas de The Avengers, aunque puede que aquí se ahonde más en ello al ser una colección dedicada casi en su totalidad al personaje.


Los Durmientes no son el único concepto nuevo que encontramos a partir de este volumen, pues por ejemplo villanos como Batroc el Saltador o Ideas Mecánicas Avanzadas (IMA) hacen su primerísima aparición en estas páginas. Y no solo de villanos trata la cosa; Sharon Carter, aunque sin ser nombrada como tal, tiene sus inicios aquí. A posteriori, ella se convertiría en la pareja más o menos canónica del Capitán América. Como tal, también se incluye el reencuentro con Nick Furia -ahora director de SHIELD-  y con el propio Cráneo Rojo, volviendo así como la némesis definitiva del abanderado. La rivalidad con el Barón Zemo no terminó de cuajar en las páginas de The Avengers, por lo que su vuelta era necesaria de una forma u otra, pese a que la explicación no sea del todo coherente. 

Todos estos elementos habían llegado (y vuelto) para quedarse. Entre todos, conformarían el principio de la mitología del Capitán América, manteniéndose sin apenas cambios durante todos estos años. Sorprende gratamente que sea una colección con la que no hayamos tenido que esperar tanto para disfrutar de los elementos más básicos y reconocibles, contrario a lo que ocurría con series como la de Thor o la de Iron Man. A ello también ayuda la reducida cantidad de páginas por número. Al ser de tan solo diez, son historietas que se hacen más dinámicas y ligeritas de leer que muchas otras del momento. 

Jack Kirby es el artista que firma en prácticamente todos los números, con excepción del que está dibujado por el todavía desconocido John Romita. Lo cierto es que tiene un poco de trampa, pues el Rey Kirby tan "solo" hacía los bocetos mientras entintadores como George Tuska y Dick Ayers se dedicaban a darle la forma completa a sus dibujos. En las composiciones se nota mucho su mano, estando a años luz de otros artistas del momento gracias a su inusitado dinamismo que brilla especialmente en los momentos de pura acción. El resultado en general es bastante aceptable y se hace agradable la lectura ya solamente por el apartado visual, cosa que sin duda es esencial en un medio como lo es el cómic. 

Lo que me parece alarmante es la subida de precio que ha sufrido toda la línea de la Biblioteca Marvel a comienzos de este año 2024. El precio original de doce euros resultaba fenomenal para ir picoteando colecciones dentro de la línea, pero con la subida de precio se ha vuelto algo verdaderamente inviable. Y dentro de que el gesto le quita mucha credibilidad a Panini como editorial, lo cierto es que no se ve para nada justificado al tener páginas con una calidad de impresión más que cuestionable. ¿Aumentan el precio, pero reducen la calidad en el producto final? No tiene ninguna clase de lógica. Y menos cuando no han dado ni un comunicado explicando la subida con pelos y señales. En fin, vergonzoso. 


Más allá de las malas prácticas de la compañía que los publica, son cómics que resultan lo suficientemente divertidos y entretenidos como para justificar por sí solos la compra. Por ahora no está ni cerca del podio de colecciones publicadas en Biblioteca Marvel, pero el Capitán América con su segundo volumen demuestra estar por muy buen camino. El paso a las historias del presente ha sentado de fábula a una colección que fácilmente podía haberse quedado estancada en los relatos cortos de la Segunda Guerra Mundial, pero que ahora se halla presentando conceptos interesantes por doquier que cimentan la identidad propia de la cabecera. Al final, el interés de este segundo tomo reside más que nada en eso.

¡Muchas gracias por leer este post! Si te ha gustado puedes dejar tu comentario y si quieres, compartir este artículo por las redes. También puedes invitarme a un café

¡Saludos!

Comentarios