La primera etapa de David Michelinie y Bob Layton al frente del Hombre de Hierro se consolidó por medio de una serie de elementos perfectamente definidos. Más allá de los excelentes dibujos de un primerizo John Romita Jr., la etapa se caracterizó por una renovación total del universo que rodea al personaje, introduciendo nuevos elementos, nuevos amigos y nuevos enemigos que harían que la cabecera protagonizada por Tony Stark pasase por uno de los mejores momentos creativos de su carrera.
Panini Cómics ha estrenado la nueva línea de 'Obras Maestras Marvel' precisamente con esta etapa, tal y como hablamos hace unas semanas en este blog. Se trata de un nuevo formato en tapa dura con encuadernación de tipo holandesa. Posee un papel poroso ófset idéntico al visto en los Omnigold, aunque con menor cantidad de páginas, por lo que es bastante más manejable a la hora de leer. La etapa viene recopilada en tres volúmenes de este estilo, siendo este el segundo y el meridiano de la obra escrita por la dupla Michelinie-Layton.
Mantener o igualar la calidad tras un pico narrativo semejante se antoja como una difícil tarea para cualquier guionista, en especial en esta industria dónde las historias deben publicarse mensualmente, sin respiros. Tras todo el encadenamiento de historias que culminaron en el ya clásico #128, los guionistas se toman un particular respiro narrativo para ordenar las ideas y ganar tiempo de cara a desarrollar las próximas historias con los nuevos elementos ya introducidos en la serie.
Básicamente, en estos episodios tenemos un Tony Stark que viaja por el mundo de punta a punta mientras enfrenta (de nuevo) a coloridos villanos de opereta, muy al estilo de los capítulos previos a esta etapa. Son aventuras realmente intrascendentes que aportan más bien poco tanto a la mitología del hombre de hierro como al disfrute del aficionado. Entiendo que es complicado mantener la calidad durante tantos meses seguidos, encadenando a la perfección una historia tras otra, pero yo me esperaba algo más ingenioso que un par de enfrentamientos contra enemigos genéricos. El listón estaba muy alto y es algo que no lograrían igualar hasta bastantes números más adelante
El primer paso para la remontada de calidad fue una trilogía de números en la que Iron Man se cruzó con el Increíble Hulk, abarcando los episodios del #131 al #132. El Vengador Dorado ha enfrentado al Goliat Esmeralda en varias ocasiones, pero esta vez es diferente al tratarse de una historia más ambiciosa en comparación con lo habitual. Al ser tres episodios, se dedica más tiempo a otros asuntos más allá de un mero combate entre superhéroes.
Irónicamente, considero que lo mejor de esta saga es la pelea entre los dos gigantes de la Casa de las Ideas. Se trata de un espectacular combate en el que Jerry Bingham, el sustituto temporal de Romita Jr. al dibujo, se luce como ningún otro, dejando su impronta en uno de los momentos más icónicos de esta era del personaje. Hablo, como os podréis imaginar, del momento en dónde Iron Man derrota al monstruo gamma de un puñetazo que ocupa una página entera.
El resto de la saga se me hace particularmente aburrido y carente de interés al dejar de lado a los personajes propios de la serie en pro de darle espacio a Bruce Banner. En su momento debió crearse esta historia para promocionar la imagen del Invencible Iron Man con un héroe más establecido en el imaginario colectivo, pues Hulk ya contaba con su propia serie de televisión.
El episodio #133 es el más original de los tres al poderse considerar un homenaje a la popular saga de la Guerra Kree-Skrull, perteneciente a la colección de los Vengadores de Roy Thomas. En él, tras el feroz enfrentamiento con Hulk, la armadura de Tony Stark queda inservible. Para arreglarla, debe recurrir a la ayuda de Scott Lang, quien por aquel momento portaba el manto del Hombre Hormiga, para que se introdujera dentro de la armadura con sus poderes y así solucionar el problema desde dentro. Es una escena muy similar a cuándo el original Hombre Hormiga hiciera lo propio con el androide Visión en la ya mencionada saga.
A partir de este momento, todo es subida mientras se mantiene un nivel equiparable a los mejores números de la colección. Varios de los enemigos presentados por primera vez para el Vengador Dorado vuelven a reaparecer tras varios meses en el ostracismo, tales como el magnate Justin Hammer o la petrolífera Roxxon, aunque esta última fuera presentada años antes en otra cabecera. Toda esta vuelta a la era dorada del personaje viene en parte auspiciada por la calidad en el apartado artístico y visual presente, especialmente, en estos capítulos.
Es que, pese a que Romita Jr. se ausenta durante muchos meses, artistas como Jerry Bingham o el propio Bob Layton saben cumplir muy bien su papel, hasta el punto de no echar en falta al joven prodigio. De hecho, ese último ya era el entintador de Romita Jr., por lo que era plenamente consciente de cómo igualar su nivel.
Pese a todos los vaivenes presentes en este segundo volumen, la verdad es que se consigue volver al nivel previo al Iron Man #128 con una solvencia francamente admirable. La caracterización de Tony Stark modelada por esta panda de autores es superior a la de hoy en día, y el esfuerzo por desarrollar varios personajes nuevos que le sirven de apoyo al protagonista de una forma tan natural convierten a esta etapa en un auténtico 'Must-Have'. Lo importante no son tanto las aventuras superheroicas del Hombre de Hierro, sino que más bien lo que importa es la vida personal del hombre dentro de la armadura. David Michelinie y Bob Layton comprenden eso a la perfección, y eso es lo que hace grande a esta etapa.
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