Tatsuki Fujimoto es, a día de hoy, y con tan solo veintinueve años, una de las estrellas mundiales del mundo del manganime. Su popularidad ha explotado con el fenómeno de Chainsaw Man, pero realmente lleva publicando mangas vía digital desde hace bastantes años, siendo Fire Punch y Look Back sus dos obras más destacadas de entre todo lo publicado previo a su serie más famosa. Es un autor que ha aportado una esencia y una dinámica realmente frescas en un mundo mainstream que cada vez más estaba cayendo en un pozo de creatividad en el que las narrativas complejas se dejaban de lado en favor de los cada vez más manidos shonen de peleas. En una década en el que las serializaciones más populares de la Shonen Jump han vivido baches creativos importantes, él ha conseguido destacar por encima de todos y se ha consolidado como uno de los principales focos de atención del medio por méritos propios.
Tras sorprender al mundo entero con la publicación de la primera parte de Chainsaw Man, Fujimoto se tomó un descanso para dedicar tiempo a un proyecto del todo diferente con el que sorprender una vez más a todos los lectores. Goodbye Eri es el resultado de dicho proyecto, un one-shot (es decir, un tomo único) publicado originalmente en formato web en el que se nos narra una historia autoconclusiva que puede romper el corazón de cualquiera que vaya poco precavido.
Norma Editorial ha publicado la obra recientemente en dos formatos distintos: uno es un tankobon tapa blanda, el formato más típico del manga; el otro, en cambio, es un tomo en tapa dura de mayor formato que permite apreciar el dibujo con mayor detalle. Lo bueno es que, al igual que con Chainsaw Man y tantas otras obras, la editorial ha decidido traducirlo y publicarlo también en catalán, por lo que hay opciones para todo tipo de público. Es algo muy valorable y por ello no se puede dejar de resaltar.
Goodbye Eri es una historia que desde el comienzo posee un marcado tono trágico y emocional. Yuta es un joven de tan solo doce años que por su cumpleaños recibe como regalo un teléfono móvil. Su madre, que padece una enfermedad terminal, le da una única condición por ello: debe grabarla todos los días con ese mismo móvil hasta el día de su muerte y luego montar una película sobre ello. El día que Yuta presenta esa película en un festival de la escuela, ante la mirada atónita de todos sus compañeros, se topa de bruces con la realidad y es criticado por ellos por culpa del polémico final en el que banaliza de cierta forma la muerte de su madre.
En ese sentido, es una obra que no es lo que parece en primer lugar, pero que tampoco es lo que parece en segundo lugar; puede que ni en el tercero. Cada página es una capa más de profundidad agregada a una historia que de otra manera podría haber sido interesante de por sí, pero que al tratarse de un autor tan polifacético no duda en darle la vuelta a todo y hacer explotar el concepto inicial por los aires en favor de una idea más original y única. Lo cierto es que, después de todo, no deja de ser una buena historia lacrimógena que pretende dar una caricia al alma, pero va mucho más allá de lo común en este tipo de historias.
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