Reseña de Blue Lock nº 11-15 - Planeta Cómic


El spokon -el género deportivo en el manganime- está viviendo una nueva era dorada derivada  del éxito arrollador de obras modernas como Haikyuu!! y Ao Ashi. Existen cientos de historias con el deporte como atractivo principal, y puede que Blue Lock sea uno de los que más ha brillado en estos últimos años gracias a su anómala propuesta que pretende romper con todos los tropos establecidos dentro del género, anteponiendo el "egoísmo" al compañerismo propio de los deportes como el fútbol. 


Ya hemos hablado con anterioridad de esta serie tan atípica y de cómo ha conseguido destacar en la cada vez más gigante y devastadora industria del cómic japonés, pero considero oportuno dedicarle un segundo post ahora que la historia está a punto de alcanzar un clímax (que no un cierre definitivo) que promete llevar a nuestros protagonistas más allá de lo que nunca han estado. 

Ahora tenemos la fortuna de que se haya licenciado en nuestro país y podamos disfrutar de él en formato físico, pero debo recordaros que Blue Lock lleva en publicación en su país de origen desde el año 2018, el mismo año de la copa mundial de fútbol en Rusia. Durante los meses de cuarentena que vivimos en aquellos infames meses de plena pandemia yo ya había empezado a leer Blue Lock de forma, digamos, ilícita. 


Llegué aproximadamente hasta el tomo número 13 y a partir de ahí viví un hartazgo de la serie que me hizo abandonarla durante bastante tiempo, prácticamente hasta que ha salido de manera oficial en nuestro país. Lo que os quiero decir con esto es que técnicamente esto es una relectura y, por lo tanto, he sido capaz de notar detalles que quizás habían pasado desapercibidos en la primera lectura que le hice. Los puntos positivos de la serie se han hecho todavía más evidentes, pero los negativos también. 


Es menester aclarar que la anterior reseña la hice tras leer los diez primeros volúmenes de la colección en formato tankobon, justo después de un punto de clímax argumental que consideré ideal para hacer una pausa temporal de lectura. En este segundo post no se hablará tanto de la premisa de la obra, puesto que todos la conocéis, y si no la conocéis, siempre podéis pinchar aquí para informaros bien de lo que puede ofrecer Blue Lock como historia. 

Sea como fuere, tras una primera y segunda selección de jugadores muy tensa llega un momento de "calma antes de la tormenta" en la historia, una breve pausa de unos pocos volúmenes en los que Muneyuki Kaneshiro, el guionista de la serie aprovecha para presentar una cuantiosa suma de nuevos elementos que preparan el terreno de cara a la tormenta que está por llegar hacia los delanteros de Blue Lock.


Poco más de una treintena de jugadores (recordemos que inicialmente eran trescientos) logran superar la segunda selección que el entrenador Jinpachi Ego preparó para encontrar al delantero japonés definitivo. En el último partido que involucró a Yoichi Isagi, nuestro protagonista, vimos como como lo único que le separó de la victoria frente a Rin Itoshi y el TOP 3 de todo Blue Lock fue la simple y pura suerte; el saber aprovecharla a su favor. 

A este momento le sucede una explicación de parte del propio Ego para dar cuenta de que la fortuna solo sonríe a aquellos que están dispuestos a tomarla, y doy fe de que lo que dice bien puede aplicarse a muchos otros ámbitos de la vida, no únicamente en el fútbol. 


La siguiente gran prueba que los chicos deben superar es una que sirve para abrirles los ojos y dejarles claro cuál es su nivel comparado al de las divisiones más altas del mundo. El partido cinco contra cinco en el que cada ganador de la segunda selección se enfrenta a un mix de delanteros de talla mundial es lo que le da un cierre definitivo a este arco argumental, además de fungir como puente entre la hermeticidad del edificio de BL y el resto del planeta. 

El quinteto de países a los que el guionista ha tomado mano para representar lo mejor de lo mejor del fútbol a gran escala son Francia, Brasil, Argentina, España e Inglaterra, muy probablemente inspirándose en los considerados mejores países en cuanto a este deporte se refiere. 


La derrota es inevitable para todos y cada uno de los equipos japoneses a los que se enfrentan, pero sin duda es algo que sirve para dar una mirada al futuro de la colección en el que, sin dudas, habrá un torneo mundial.  Tendremos que acordarnos del rostro de todos estos jugadores porque seguro que tendrán importancia a posteriori. 

Las intenciones del autor no están precisamente ocultas a la vista de nadie: lo que sigue a estos partidos es, precisamente, la preparación para la prueba de fuego que pondrá en juego el futuro del proyecto Blue Lock que a su vez servirá para poner las cartas encima de la mesa de cara al arco final de este famoso spokon. 


De lo que estoy hablando es ni más ni menos que del partido contra la selección japonesa sub-20 (jugadores menores de veinte años) con la que los diamantes en bruto de Ego se jugarán su supervivencia dentro del mundo del fútbol y una posición asegurada dentro de la alineación oficial de Japón en el mundial. 

Podemos considerar este momento de como uno en el que la trama descansa y prepara a los protagonistas para los próximos grandes desafíos, y es precisamente en este punto cuando se introducen una serie de personajes nuevos de los que jamás habíamos oído hablar pero que parece que tendrán su importancia y relevancia en el arco argumental que se aproxima. 


El psicótico Ryusei Shidou es el que más destaca, al ser considerado el número dos del recientemente actualizado ranking, solo por debajo de Rin Itoshi. Este personaje es claro síntoma de que la obra está tomando un camino mucho más fantasioso que al principio, cosa que en parte no es mala, pero, por otra parte, rompe un poco lo planteado en sus capítulos iniciales; de tener personajes y jugadas entre ellos más o menos creíbles hemos pasado a una serie de personajes con una caracterización exagerada que uno asocia más a series típicas del género, a obras con menor ambición. 


Hay cierto punto en la historia en el que atan con camisa de fuerza a este Shidou por querer, literalmente, matar a sus compañeros en  una discusión. No sé, yo creo que es algo que está fuera de lugar en un cómic de fútbol que se supone que aspira a ser tomado en serio. Los demás personajes nuevos no ayudan demasiado a subsanar esta sensación de incredulidad: el tipo cliché de ninja, por poner un ejemplo concreto, creo que está fuera de lugar, al igual que el propio Shidou.

Como lector, puedo suponer que el autor ha debido de verse obligado a tomar mano de estos recursos para diferenciar personajes ahora que en los partidos se introducirán muchos más. Quizás esta sensación agridulce que deja la introducción de los nuevos jugadores se podría haber resarcido con unos capítulos más de puro desarrollo de lo que le ocurrió a los demás mientras Isagi jugaba sus partidos de la segunda selección, permitiéndose así una introducción más suave y que a su vez dejara más espacio para encariñarse con los nuevos y despedirse de los viejos. 


Es que más allá de que los nuevos personajes sean excesivamente llamativos y de que apenas tengamos tiempo de encariñarnos con ellos, queda la duda de qué ha ocurrido con los que llevan desde los inicios de la obra ahí. Es como si Kaneshiro se hubiera visto forzado editorialmente a no dejarle demasiado espacio a los secundarios que están lejos del círculo cercano del protagonista. Es un error no mostrar la eliminación de varios personajes que hasta ahora habían sido importantes, como todos los que se han quedado olvidados del Equipo Z


Los únicos eliminados de ahí que hemos visto fracasar son Naruhaya (en uno de los momentos más emotivos de la serie si me preguntan a mí) y, para sorpresa de todos, a Kunigami. Bueno, en realidad parece que le han dejado una puerta abierta y muy probablemente volverá en alguno de los siguientes números, pero ya se entiende lo que quiero decir. A mí me habría gustado ver qué ocurrió con Kuon tras haber ido de tramposo desde que ingresó al edificio; es una situación que podría haberse aprovechado para también introducir a alguno de los nuevos. Creo que habría sumado muchos puntos de haber sido así. 

Considero que es un error introducir tal cantidad de nuevos personajes en las vísperas de un evento tan importante. De verdad, creo que habría tenido más fuerza a la hora del partido si todos los que juegan en él fueran viejos conocidos. 


Lo que Blue Lock tiene es que, por muchos puntos negativos que pueda verle, por mucho que mi disfrute se vea resentido, cada vez que empieza un partido todo eso deja de importarme. No puedo hacer otra cosa que quitarme el sombrero ante el partido que enfrenta a la selección japonesa sub-20 y a los once de Blue Lock que han sido escogidos para jugar el partido. Es un gozo ver como todos y cada uno de los personajes que han sido presentados hasta ahora y que han conseguido sobrevivir a todas las pruebas de egoísmo, se esfuerzan en cuerpo y alma por su supervivencia como futbolistas, incluso cuando gran parte del equipo está conformado por toda esa escuadra de nuevos jugadores.

La compenetración que tienen, todos los planes que llevan a cabo y que logran poner en jaque a la selección rival; los constantes tira y afloja entre ambas selecciones para ver quién logra darle la vuelta al juego. Esta es la primera vez que vemos un auténtico partido dentro de la obra: equipos profesionales, gradas a rebosar de aficionados, comentaristas, la atención mediática de todo el país...


Gran parte del éxito de estos capítulos centrados en la batalla con la sub-20 viene dado por el dibujante Yusuke Nomura. Recuerdo haber hablado positivamente de él en este blog con anterioridad, pero estoy seguro de que me quedé corto, porque lo de este señor es F-L-I-P-A-N-T-E; no es nada sencillo transportar la emoción de un deporte a las páginas inanimadas y sin color de un manga, pero es que Nomura, sin ser demasiado conocido, lo logra con espectaculares resultados. 

Cada capítulo tiene por lo menos una o dos páginas de esas que quitan el aliento, lo cual resulta sorprendente conociendo que los capítulos de la serie primero se publican semanalmente en una revista. Si no es uno de los mejores dibujantes actuales de Japón, debe estar cerca de serlo. No me tiembla el pulso al hacer tal afirmación.


Lo que empaña un poco tal calidad de dibujo es sin duda la edición más bien mediocre que ha traído Planeta Cómic a las tiendas; y no, no estoy hablando de las tareas de traducción, (aunque haya algunos errores en los nombres de ciertos personajes) sino que estoy haciendo referencia a elementos tan importantes en un libro como el cortado de las páginas que sobresalen y la encuadernación que poseen. Mirad que yo no soy muy exigente con las ediciones, a la vista está, pero es que es injustificable que un tomo tankobon de ocho euros venga con tantos fallos de fábrica. 

Es un fastidio para los lectores el saber que han pagado el precio completo de un libro para luego ver las marcas de corte de imprenta y que se le caigan las páginas por la pobre encuadernación que tiene. Quiero creer que estos fallos son propios de la primera tirada y que en posteriores se arreglará la cosa, pero es insultante que los primeros en pagar por los libros seamos los que nos comamos los fallos con patatas.


No quiero tampoco hacer ver que la edición poco cuidada de Planeta haga ilegible la obra, pues de forma sincera la recomiendo a todos los aficionados al deporte y a los mangas spokon. Tiene sus fallitos, sí, pues de verdad creo que lo de omitir muchos de los momentos importantes de la serie en pro de favorecer al protagonista es un fallo garrafal. 

Sin embargo, también creo que tiene momentos disfrutables que hacen que todo lo anterior se haga pequeño y deje de importar demasiado, y esa es una habilidad que estos autores han estado utilizando desde los comienzos de la serie. Ya lo dije en la primera reseña: si aún no has leído como mínimo el primer tomo para picar, ¿a qué esperas para hacerlo? 


Mucho fútbol, muchas tácticas y demasiado egoísmo. Eso es Blue Lock.

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