Reseña de El Inmortal Thor 1, de Al Ewing y Martín Cóccolo

No reaccioné de manera positiva al anuncio de esta nueva colección cuando se presentó al mundo durante la primera mitad del año pasado. Debo mencionar que considero 'El Inmortal Hulk' como una de las mejores series de superhéroes del presente siglo; sin embargo, la idea de tomar al mismo guionista y agregar el adjetivo 'inmortal' a la serie de Thor me pareció una estrategia demasiado desesperada por parte de Marvel Comics, quien no parece tener muy claro qué rumbo tomar con el asgardiano. Quiero decir: en sí no tiene nada de malo que hayan hecho esto, pero en al momento del anuncio no me suscitó ningún tipo de interés ni de expectativa. Al Ewing es un buen guionista, pero no me parece propio de él prestarse a este tipo de mecanismos de marketing. 

Tampoco es que yo por lo general sea un gran lector de la serie de Thor. En este blog solo hemos hablado del principio de la etapa de Jason Aaron y fuera de ahí apenas he leído unos pocos números de la etapa de Dan Jurgens con John Romita Jr., por lo que ni mucho menos soy el mayor conocedor del personaje. De hecho, esta es la primera vez que compro una grapa de su serie; tampoco os mentiría si os dijera que ha sido únicamente por la entrada de Al Ewing y, en mayor medida, por la oferta de lanzamiento que Panini Cómics ha llevado a cabo con este primer episodio. En definitiva, la única razón por la que hoy estoy hablando de este primer número es que cuesta tan solo 2,50 euros, un precio bastante inferior a lo que se nos tiene acostumbrados en la casa italiana. De no haber sido así, me habría esperado como mínimo al primer volumen recopilatorio.

Teniendo todo lo anterior en cuenta, tras leer el primer número me he quedado con una sensación de satisfacción bastante agradable, una que se ve empañada, en parte, por ciertos detalles que no me han terminado de hacer demasiada gracia. Lo que Al Ewing realiza en este primer episodio es la complicada tarea de volver a un statu quo más clásico y acorde a lo que antaño significó el Dios del Trueno. El mismo guionista lo explica en un texto incluido dentro de la sección de extras. Thor es un personaje muy especial que no es como el resto de héroes de la editorial; es capaz de romper montañas, erguirse ante todo y derrotar incluso a la muerte misma. No obstante, también debería ser un dios sonriente, imbricado con los asuntos terrestres. No es un personaje fácil de escribir, desde luego. 

El mismo escritor explica que para esta etapa pretende ser todavía más ambicioso de lo que fue con el Piel Verde, por lo que las expectativas están por las nubes. Ahora, no vale cualquier cosa; debe cumplir con su palabra al pie de la letra. De no ser así, esta serie pasará a la historia como un mero intento de hacer atractiva una colección que lleva ya varios años sin despuntar en ninguno de sus aspectos. 

Por lo pronto, este primer número está casi íntegramente dedicado a poner en situación al nuevo lector. Se toma su tiempo en desarrollar los tres mundos sobre los que se cimentará la trama, que en este caso son Asgard, -la tierra de los Aesir- Midgard, -el mundo terrestre- y Utgard. Este último reino se posiciona como el más importante de los tres al suponer la amenaza principal a la que Thor se tendrá que enfrentar en posteriores números, presentando a su vez una suerte de reverso oscuro de los dioses asgardianos que nos hacen formular una pregunta: ¿Los dioses tienen sus propios dioses? 

La serie se toma cierto tiempo a la hora de presentar el nuevo statu quo de los dioses de Asgard. Ahora, el trío guerrero es un cuarteto (¿Cuándo ha ocurrido eso?), con Lady Sif cubriendo el puesto de Heimdall como vigilante del puente Bifrost. Además, Thor se ha convertido en el nuevo regente del reino tras la muerte de Odín. Vaya, que con tanto cambio, quizás es un poco atrevido decir que la situación de Asgard toma referencia de los clásicos, pero en general no molesta. Supongo que viene heredada de la anterior etapa y de algunas miniseries que Ewing ha ido guionizando por allí y por allá.


El enfoque que se le da al reino de Midgard sí que me parece verdaderamente prometedor, pese a ser, entre los tres, al que se presenta en menor cantidad de páginas. Ya sabéis que me encanta cuando se utilizan correctamente los elementos del universo compartido para dar la sensación de que todas las series transcurren a la vez y en el mismo sitio; aquí se consigue con un detalle sutil que no estorba para nada en la trama principal de la colección. En cierto momento, Thor se pelea con unos matones de Orchis, la organización terrorista que tanta guerra le está dando a la Patrulla-X y a la nación de Krakoa en general. Ese detalle tan sutil se agradece muchísimo en pleno evento de la Caída de X, otorgando así la sensación de mundo compartido, elemento tan abandonado en ocasiones.

Dicho esto, debo abordar un aspecto que no me ha gustado, presente precisamente en las primeras páginas de la grapa. No estoy muy al día con lo que le ha ocurrido al personaje de Loki en los últimos años, pero no me parece para nada profesional por parte de una editorial como Panini Cómics utilizar el lenguaje inclusivo para referirse a él (ella, "elle" o lo que sea). Se supone que pagamos los cómics por una traducción decente y profesional, no para que traten de inculcarnos forzosamente un habla ideológico que no hace más que complicar nuestro lenguaje. Desde este blog me opongo frontalmente al uso de la lengua cuya finalidad es simple y llanamente el interés político sobre la buena escritura. Entiendo que quieran quedar bien ante la oleada woke, pero esto ya es pasarse. 


Respecto al dibujo de Martin Cóccolo no tenía demasiadas expectativas, pues nunca me ha parecido que esté al nivel de una serie tan promocionada como lo es esta. Que no se me malinterprete, pues es un artista la mar de correcto y funcional; no obstante, no me parece que esté en la elite de la industria del comic-book americano. Está en la media de calidad. Joe Bennett en el Inmortal Hulk estuvo a un mayor nivel, por lo que yo me esperaba a alguien a su altura. Destaca en ciertas escenas de acción y a la hora de crear páginas dobles, pero nada más. Espero que mejore a lo largo de los episodios. 


La conclusión a la que quiero llegar es que, si bien no me ha entrado el gusanillo por leer el siguiente número, continuaré con la serie. Querría recordar que los primeros números de la etapa de Al Ewing en Hulk tampoco fueron especialmente atrapantes y no se acercaban para nada a aquello que la hizo grande en episodios posteriores, por lo que es sensato imaginar que estamos ante un caso parecido. 

Sin embargo, os recomiendo prudencia a la hora de comenzar la colección. No debemos olvidar las trazas de ideología de género dentro del cómic, que no se quedan únicamente en la traducción española; también están presentes en una viñeta interior, con la innecesaria presencia de cierta bandera. Por ahora, recomiendo mirar con cierto recelo a la serie. Ya veremos qué tal cuando esté más avanzada.


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