Reseña de Marvel Now! Deluxe. Los Vengadores de Jonathan Hickman 4: Infinito, Segunda Parte


A día de hoy podemos asegurar que Infinito (Infinity) ha sido uno de los eventos Marvel más importantes e influyentes de la pasada década; decir que es el mejor sería exagerar, pero está muy cerca de serlo, gracias a que Jonathan Hickman, su autor, lo utilizó como un catalizador de tramas que se venían cociendo desde hace meses en las dos colecciones vengadoras de las que estaba a cargo, ofreciendo así una epopeya de cielo y tierra que serviría para marcar un final y un nuevo principio en su etapa. Tal ha sido la importancia de este evento que sirvió como gran fuente de inspiración para las películas de Avengers: Infinity War y Endgame, dos de las cintas con más taquilla de la historia a día de hoy, adaptando multitud de elementos y personajes de este cómic de forma muy directa, más que de otros cómics clásicos del personaje de Thanos

La grandeza de esta historia en parte reside en la cantidad de números que la componen, pues eso permite que adquiera un tinte de novela grandilocuente de ciencia ficción mucho más larga de lo que suelen ser los otros eventos de la editorial, que suelen ser más contenidos y directos. Jonathan Hickman intercala los números de la miniserie principal con los de ambas series regulares (Vengadores y Nuevos Vengadores) de manera natural y lógica, como si todo formase una gran historia en conjunto que, por separado, sería ilegible. Es por ello que es muy importante leer antes los números anteriores de dichas colecciones, recopilados en los tres anteriores volúmenes Marvel Deluxe que Panini Cómics lanzó a la venta hace tan solo unos pocos años y que facilitan mucho la lectura de una obra tan enrevesada como es la de este autor. 


Recordemos que en la primera parte de Infinito veíamos una historia abierta en dos frentes: una batalla galáctica contra los Constructores que forjó una de las alianzas más inesperadas del Universo Marvel por parte de los Vengadores y, en la Tierra, el intento de conquista de Thanos que no es más que una mera mascarada para asesinar a su último hijo perdido por la amenaza que supone para su reinado. Dos tramas que tienen lugar a la vez, pero en lugares distintos del cosmos marvelita y que desembocan en una épica conclusión aquí, en la segunda parte de Infinito. Desafortunadamente, creo que no todo va a ser tirarle flores al evento; hay alguna cosa que no me ha funcionado del todo, a pesar de todo. 

La parte de la guerra cósmica con la alianza de varios de los grandes imperios espaciales del Universo Marvel ha sido la más destacable -de lejos- del evento, eso sin duda. Ya os comenté que la sensación de peligro y combate desesperado está muy bien lograda dentro de la historia, y te puedes creer que una situación tan cataclismica haya forzado a varios líderes espaciales a tomarse de las manos y afrontar el peligro juntos: Gladiador, el Superskrull y Ronan el Acusador, principalmente, junto al Capitán América y la Capitana Marvel como máximos estrategas. Es una subtrama muy películera que sirve para dar extremas dosis de belicidad a una colección que, hasta el momento, había tenido muy poco de combates a gran escala. Es casi como una secuela espiritual de la Guerra Kree-Skrull de Roy Thomas y Neal Adams de los años setenta, esta vez con mucha más ambición y tono cinematográfico. 


La guerra contra los Constructores nos regala una de las escenas más recordadas de toda la pasa década en el cómic de superhéroes: el momento "he mandado a mi mejor negociador". El Capi quiere negociar la rendición con el Constructor que domina Hala, el mundotrono del Imperio Kree, y para ello manda a su mejor negociador... ¡¿a Thor?! ¿El mismo dios asgardiano y orgulloso que jamás hincaría la rodilla en el suelo por nadie? Efectivamente: Thor, el altivo Dios del Trueno, es mandado por el Capitán América para que se rinda ante todo un planeta expectante. Obviamente, todo era nada más y nada menos que un mero ardid para asesinar de forma traicionera al constructor y mandar un mensaje a todas las fuerzas del universo: "Se les puede destruir... Así que se les puede derrotar

Acto seguido, el Dios del Trueno levanta su martillo hacia el cielo y clama junto a los demás acusadores kree. Esto, lectores, es la definición de épica en el cómic de superhéroes. Este evento tendrá muchas cosas que no me convencen del todo, pero es que este momento... es otro nivel.


En la tierra, de mientras, ocurre de todo: una incursión, la destrucción de la ciudad dorada de Wakanda, los secuaces de Thanos acceden a las bombas de antimateria para detener incursiones; ya veis, de todo. Pese a que todo esto es interesante, -ya lo comentaremos más adelante- creo que una de las cosas que más me ha desencantado del evento ha sido precisamente esto, la parte correspondiente al planeta Tierra: lo de Thane, el hijo del Titán Loco, para ser exactos. Al principio parecía que iba a ser interesante saber del personaje y su relación con el clásico villano, pero al final no ha sido tan satisfactorio como uno se esperaría.

Creo que todo el tema de Thane se despacha con excesiva premura, como si Hickman tuviese prisa para cerrar ya el evento para pasar a la siguiente fase en su gran plan a largo plazo. Un personaje que bien podría haber sido -en un sentido literal- el siguiente Thanos, un gran villano cósmico al que ni los Vengadores pueden derrotar, apenas tiene espacio para brillar antes de desaparecer junto al secuaz de la Orden Negra que le encontró. Su relación con los inhumanos apenas se explora lo suficiente como para ser algo relevante. No es una trama que tras su cierre te deje satisfecho y con buen sabor de boca, no; a mí me ha dado la sensación de que ni siquiera lo ha terminado de escribir, como si hubieran puesto el piloto automático. 


Debo señalar que la participación de Thane no es la única que parece haber sido coartada, pues la de Rayo Negro y su hermano Maximus no se lleva demasiado con ella. Todo aquello de la bomba terrígena que serviría para hacer nacer una nueva generación masiva de inhumanos es algo por lo que se pasa de puntillas en este volumen, a pesar de que uno de los cliffhangers que nos dejó el anterior fue, precisamente, por este tema. En ese sentido, ha sido algo bastante decepcionante que no se explique del todo bien la motivación de Rayo Negro para hacer estallar la bomba, especialmente después del epílogo del evento que da a entender que fue Maximus Boltagon quien influyó de alguna manera en él. Es confuso y no se explica con el suficiente detalle, algo bastante atípico para Hickman. Podemos suponer que la inclusión de los inhumanos en este evento en parte vino por la necesidad de Marvel como compañía de potenciar la franquicia -fallando en el intento- de cara a la futura película que jamás vería la luz. Confío en qué sin tantas injerencias editoriales, el guionista habría conseguido entregar una historia más sólida.


Lo cierto es que, a pesar de que parezca o contrario, también hay cosas que me han encantado de la conclusión de Infinito: quiero hacer especial hincapié en el desarrollo de la relación entre Pantera Negra y Namor. Ninguno de esos dos personajes tenía serie propia por aquellos años y eso implica que era en la colección de New Avengers donde ellos dos tenían toda su participación en los cómics Marvel, dirigidos únicamente por Jonathan Hickman, lo que le permitía total libertad para escribir el conflicto que estaba teniendo lugar entre ellos dos tras lo acontecido en el evento de "Avengers vs. X-Men". 

Esa relación conflictiva entre ellos dos llega aquí a un punto muy interesante en el que vemos como ambos monarcas se han quedado sin reino a consecuencia de la guerra: T'Challa desterrado por Shuri por la creencia de que es un traidor; el reino de Namor quedó destruido por los wakandas en el anterior volumen. Ambos están al borde de todo y saben que la vida propia tiene poco valor comparado al gran problema al que se enfrentan juntos como miembros de la elite de los Illuminati. Se han visto forzados a renunciar a todo aquello aman para proteger el mundo y afrontar un problema de escala mutliversal.  


Pese a todas las pegas que le puedo sacar a este tramo final de Infinito, considero que es uno de los mejores eventos que he leído de la editorial, en especial del último siglo. No es que sea decir mucho, teniendo en consideración los años recientes, pero tiene cierto mérito; al menos ha servido para remover más las cosas dentro de las historias de ambas series y preparar las semillas de los futuros arcos argumentales que, ahora sí, son el camino a uno de los eventos mejor valorados: las Secret Wars del año 2015.

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