Reseña de Superman Saga 3: La Casa de El - Saga de la Unidad, Parte 3, de Brian Michael Bendis

¡Secretos y mentiras!

La entrada de Brian Michael Bendis a la franquicia de Superman después de dejar su puesto en la Casa de las Ideas guarda muchas similitudes con lo acontecido décadas atrás en la DC Post-Crisis. Por aquel entonces, John Byrne era uno de los autores más prolíficos e importantes de Marvel, encargado de colecciones como She-Hulk, 4 Fantásticos y Alpha Flight, pero su abrupta marcha de la editorial le llevo a fichar por DC y ser el principal encargado de actualizar Superman a los nuevos tiempos después del relanzamiento que supusieron las Crisis en Tierras Infinitas. Antes de comenzar su etapa, se encargó de crear una miniserie que plantara los cimientos y narrase un nuevo origen para Superman. El resultado fue The Man of Steel, mismo nombre que reutilizaría Brian Michael Bendis en 2018, más de 20 años después, como punto de partida de su etapa, tras años cosechando éxitos (y algún fracaso) en Marvel Comics. 

¿Estoy comparando el trabajo de Byrne con el de Bendis? Para nada. El contexto en el que idearon sus etapas es totalmente diferente; únicamente estoy señalando el paralelismo que hay entre los dos autores para con su llegada a Superman. Son dos prolíficos autores marvelianos que dieron el salto a la Distinguida Competencia en cierto punto de su carrera. 


En el presente volumen vemos el fin del arco argumental que el bueno de Brian Michael Bendis lleva cocinando a (relativo) fuego lento; el arco conocido como la Saga de la Unidad. Una saga que ha recurrido constantemente al misterio y al secretismo, a las conspiraciones y a la melancolía que invade al Hombre del Mañana, fruto de su soledad. La verdadera razón de la destrucción de Krypton, lo sucedido en el espacio con Jon Kent, el hijo de Superman, y su padre, Jor-El. Muchas son las cosas que el escritor de Cleveland quiere resolver en este volumen, pero... ¿Es un cierre satisfactorio? ¿O deja cabos sueltos?

Lo primero de lo que deberíamos hablar es de lo que se nos adelantó en la última página del anterior tomo: el estado actual de Jon Kent. Durante toda la etapa se ha hecho presente la desaparición en sus páginas del pequeño Jon, el hijo de Superman, que desde el principio ha estado de viaje por el espacio con el sorprendentemente vivo Jor-El, el padre biológico de Kal-El.  Ahora Jon ha vuelto a la Tierra, pero... ¿No le notáis algo crecidito? ¡Pues sí! Durante el viaje, ha pasado de ser un niño de tan solo once años a ser casi un adulto de diecisiete. Resumiendo, digamos que estuvo atrapado en la dimensión del Sindicato del Crimen durante todos los años de su adolescencia, cautivo. Al escapar, se dio cuenta de lo mucho que había crecido en tan solo tres semanas. 


Es una polémica decisión que Brian Michael Bendis ha tomado como gran golpe de efecto para sorprender al lector. Me imagino que muchos habrán detestado la idea de hacer crecer rápidamente a Jon, y bueno, puedo entenderlo. La idea de un Superboy preadolescente, hijo de Clark y Lois, era demasiado buena como para desperdiciarla volviéndole tan mayor. A mí mismo me habría gustado ver más de Jon, ver su paso a la adolescencia de forma natural. Sin embargo, Bendis ha decidido remover el avispero, y miedo me da. Está claro que el guionista ha querido darle su crecimiento acelerado a Jon por una razón en particular, pero no sé hasta donde puede llegar eso: Al terminar la saga, lo envía al futuro del siglo XXXI como miembro de la Legión de Superhéroes, un equipo adolescente del futuro cuya admiración por Jon es tal que no han dudado ni un segundo en pedirle formalmente que se una al equipo durante un tiempo. Imagino que todo dará sus frutos en la etapa post-Bendis, la del Hijo de Kal-El, del amigo Tom Taylor.

Si bien Jon es un personaje sumamente importante cuyas aventuras ocupan gran parte de este tomo, no debemos olvidar al otro gran protagonista de este cierre de la Saga de la Unidad; Jor-El. Desde el principio se nos ha hecho saber lo mucho que parece ocultar el último científico de Krypton; sin embargo, es aquí cuando todo el pastel se revela para toda la Casa de El. Todos los secretos y mentiras que ha contado a lo largo de estos años. Él pertenecía una cábala secreta de líderes planetarios que se reunían en secreto para tomar las decisiones difíciles, y fue esa misma cábala la que organizó y permitió la destrucción total del planeta originario de Superman. De hecho, se insinúa que el propio Jor-El fue el creador de Rogol Zaar (bueno, en realidad se nos dice directamente). 

Con todos los secretos que ha ocultado Jor-El durante tanto tiempo, era evidente que no mantendría la cordura fácilmente, sobre todo sabiendo que su supervivencia al holocausto de Krypton fue fruto de una anomalía temporal. Es por eso que en estos números conocemos un poco más a fondo esta faceta de "científico loco", de hombre deprimido y sin esperanzas. Es algo muy a reseñar de esta etapa, pues resulta muy creíble que esté en ese estado mental después de todo lo que ha hecho y vivido, llegando incluso a fallar a su hijo y a su nieto. Jor-El es un hombre roto y fuera de su tiempo, una anomalía temporal que es corregida en estas últimas páginas.

Por cierto, ya que estamos hablando de Rogol Zaar... ¿A vosotros no os ha dejado un regusto un pelín amargo todo lo relacionado con este personaje? Él es el villano principal de esta saga, es el enemigo a batir, y si bien ha cumplido su función de resultar amenazante, me da la sensación de que se le pudo haber dado un mejor trato. No queda muy claro de dónde viene exactamente su animadversión por los kryptonianos, ni mucho menos se deja claro el porqué de su existencia. Se entiende que fue creado por el propio Jor-El, pero no sé, no se explica demasiado bien. Habría preferido que se le dedicase más tiempo a resolver todo lo relacionado con este supervillano, en lugar de dedicarle tanto espacio a lo de Jon Kent. En fin, supongamos que es marca de la casa de este escritor. 


Aprovechando el cierre de la Saga de la Unidad, quiero destacar una cosa que me ha gustado bastante dentro de este grupo de tebeos, y eso es el dibujante de (la gran mayoría) de números que componen esta saga, el brasileño Ivan Reis. Da gusto ver la cohesión artística de esta cabecera, pues no es común que un mismo dibujante se mantenga dibujando durante muchos números una misma colección, especialmente en las que son de personajes tan populares y conocidos. Quiero decir, el Spiderman de Nick Spencer se estuvo publicando a la vez que esta etapa de Superman, y ya sabemos cómo es el Spiderman de Nick Spencer, así que las comparaciones se hacen solas.

Ivan Reis es uno de los artistas que más bien han logrado plasmar el espíritu y estética popular del personaje, o al menos es así comparado con otros de los últimos años. Se me hace algo parecido al estilo de Jim Lee, pero mucho más vistoso y vivo, con más alma. Es un dibujante de superhéroes de pura cepa, con un estilo diametralmente opuesto al de otros más indies; un dibujante mainstream como la copa de un pino, uno de los buenos. Otros dibujantes que participan en menor medida en la serie son Jason Fabok y Brandon Peterson, con una técnica más que reseñable también. 


En definitiva, y a pesar de todo lo malo que ya he mencionado, es un tebeo realmente satisfactorio de leer, con un emocionante y emotivo cierre al más puro estilo Superman. Es que no sé, ver a todos los miembros de la Casa de El reunidos para resolver todo el embrollo se me hace una verdadera gozada. Sin embargo, a Brian Michael Bendis le ha faltado llevar un poco más lejos a algunos personajes y haber mostrado más de ellos. No es que lo sienta como un final apresurado, sino que me parece que se podrían haber contado mejor las cosas.

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